CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON ANGELIQUE KIDJO

ENTREVISTAS 2002

Angelique Kidjo, el África brasileño

En su sexto disco, Black Ivory Soul, la cantante de la República africana de Benin Angelique Kidjo explora las relaciones entre la música de África y Brasil, concretamente entre su país de origen y la ciudad del nordeste brasileño Bahía.

Este sexto disco incluye un serie de ritmos africanos y brasileños interpretados por algunos de los mejores músicos de ambas procedencias. El álbum incluye, entre otras, colaboraciones de Daniela Mercury, Carlinhos Brown o Vinicius Cantuaria, así como una canción de Gilberto Gil y una versión del francés Serge Gainsbourg. Como ya viene siendo habitual, canta en inglés, francés y los idiomas africanos yoruba y fon.

Respecto al concepto que late detrás del álbum, Angelique Kidjo explica que “la música no es sólo emoción y ritmo. Es algo que habla de una cultura y su gente. No sólo cura el dolor y une a la gente. Es un lenguaje que va más allá del color de la piel, el país o la cultura. Quiero inspirar a la gente para que piense en la pobreza, la libertad y la familia a un nivel más profundo.”

La génesis de este disco tiene bastante que ver con la ciudad de Ouidah en Benin, en la que nació. “Crecí rodeada de niños de Benin y de Brasil,” explica, recordando que el lugar es conocido por su mezcla cultural.

Parte de sus antepasados son portugueses e ingleses, lo que la convierte en una ciudadana del mundo. “Escuchaba la música tradicional que los descendientes de Bahía tocan en Benin. Se le llama bouniyan y su ritmo es muy cercano al samba. De hecho, cuando llegué a Francia en 1983, escuché música de Gilberto Gil y Caetano Veloso y me dije que aquella era la música de donde venía.”

La cantante visitó Brasil por primera vez en 1996, cuando estaba de gira con el guitarrista y vocalista de Mali Ali Farka Touré. En 1999 visitó Bahía por primera vez. “Aterricé allí y me sentí como en casa. Nunca había sentido algo igual excepto cuando vuelvo a mi ciudad. Los olores eran los mismos, el color de la vegetación era el mismo, la comida era la misma.” Todas estas similitudes le impulsaron a trabajar en un disco que explorara las conexiones entre las músicas exuberantes y basadas en la percusión de Brasil y Benin.

Excepto algunos retoques en las voces, es la primera vez que Angelique Kidjo graba un disco totalmente en directo. “Era muy importante grabarlo así,” comenta. “Hicimos algunos ensayos y después nos metimos en el estudio. Me gustó mucho más así porque suena mucho más orgánico.”

El tema que da título al disco, “Black Ivory Soul”, tiene un ritmo de afro-funk y parte de una afirmación en la que alguien comparó el ritmo de makossa que hace Manu Dibango con el alma negra de marfil. “Es una canción que trata de ser fiel a ti mismo. También de dar las gracias por cada día que vives.”

La tranquila “Okanbale” está dedicada a su padres, hermanos y hermanas. “No estaría aquí si mi familia no me respaldase,” dice, recordando que su carrera se inició en medio de una fuerte controversia en su país. “En Benin, las mujeres que cantan son consideradas putas o drogadictas. Pero mis padres se convirtieron en mis críticos, mis mánagers y mis productores. Fue una bendición que me apoyasen incluso en contra del resto de la sociedad. Me dieron el coraje suficiente para seguir adelante.”

La banda que la acompaña no ofrece un respiro a lo largo del disco. Una de las primeras canciones que escribió fue, precisamente, “Bahía”, aquella que forma el núcleo conceptual de Black Ivory Soul. Se abre con su voz, estalla en ritmos bailables y está cantada en yoruba. “Hablo de que todos somos amigos y de que ya es tiempo de volver a casa y ocuparnos de amarnos unos a los otros. Esta canción representa el tema del disco de unirse en el goce y el amor.”

La versión de Gilberto Gil, “Refavela”, es otro de los momentos destacados del disco. “Grabé esa canción porque describe lo que Gilberto Gil escribió justo después de visitar Benin. Trata de rediseñar las favelas, que, como sabes, son los barrios en los que vive la gente pobre.”

Xavier Valiño

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