RECOPILATORIOS FIN DE AÑO

Recopilatorios, con la resaca de fin de año

     

Como todos los años, las compañías volvieron a hacer lo de siempre: editar una buena colección de discos recopilatorios, cajas de varios compactos, discos de remezclas, conciertos en directo, homenajes a algún artista, discos colectivos con lo que más ha sonado en las radio-fórmulas, megamixes, discos con lo mejor de cualquier cosa… Una excusa perfecta para saciar nuestra fiebre consumista. ¿Seguro? Repasemos.

El año discográfico se cuenta por campañas; una se inicia en febrero, de cara al verano y los bolos estivales, y la otra en agosto, de cara a la Navidad. Es en esas entrañables fiestas cuando todos los sellos discográficos ponen sus mejores armas en el mercado. Y lo hacen acompañados de grandes campañas publicitarias, con una especial atención hacia la televisión, donde se dejan casi todo su presupuesto, una buena pasta, en publicidad.  

Así, a bote pronto, y si alguien se ha parado a contarlos, este año se batieron todos los récords, un buen número de discos anunciados en televisión, la mayoría de ellos recopilatorios de una forma u otra. Y muy duro lo tienen aunque hayan podido copar la lista oficial de ventas, otro buen método de promoción, ya que allí no entran más de cincuenta. Poco tarta a repartir para tanto producto. 

Lo más curioso es que, mientras el resto del año reina una tremenda competitividad entre los sellos, de cara a la época navideña -y al verano- los corazones se ablandan y todos arriman el hombro de alguna manera, cediendo o editando sus canciones en recopilaciones de bakalao, música latina, disco, pop-rock, canción ligera -ligerísima-… 

Por si fuera poco, muchas recopilaciones preparadas en los USA o el Reino Unido nunca son editadas aquí, ya que sus compañías tienen demasiado material en sus manos para promocionar o porque piensan que no tendrán unas ventas mínimas. Nada del otro mundo en un Estado en el que el, tal vez, mejor disco del 2003, la caja de cinco discos póstuma de Johnny Cash, por poner un ejemplo, se edita de tapadillo y con copias de importación. 

Que nadie se crea que son los grupos más críticos con el sistema los que menos se prestan a la jugada. Repasemos. ¿Cuántos discos editaron los cáusticos Siniestro Total en el 97? Cuatro: «Cultura popular» -repaso de éxitos ajenos del pasado-, «Así empiezan las peleas» -grabación en directo para en el mercado latino-, «Gato por liebre» -sus versiones de la primera época, gentileza de su primera compañía- y «Sesión vermú» -el único realmente nuevo-. Y The Cure ya casi pueden presumir de ser el grupo con más recopilaciones de éxitos, singles, maxis y remezclas, a lo que se le añade ahora una caja de cuatro compactos con las caras B de sus singles. 

Lo más rentable para las compañías es tirar del fondo del catálogo, sin tener que hacer mayor esfuerzo. A veces se hace con cierto gusto, editando cajas tan atractivas como prohibitivas para el bolsillo, como la de Talking Heads de este año o toda la colección completa de los discos de Caetano Veloso. 

Sin embargo, lo habitual es repetir la misma colección, con escasas variaciones, una y otra vez, cambiando poco más que la portada, y para demostrarlo estos últimos meses se pueden ver por los escaparates recopilatorios de The Human League, Pet Shop Boys, Ocean Colour Scene, REM, UB40, Eagles, Elvis Presley, Sly & The Family Stone, The Byrds, Michael Jackson, The Boomtown Rats, Dexy’s Midnight Runners, Madness, Meat Loaf, Duran Duran, Bruce Springsteen, Red Hot Chili Peppers, The Eagles, The Undertones, Diana Ross, Yes, Peter Gabriel, The Doors, Nacha Pop, Joe Cocker… 

Otra posibilidad, para eternizar la saga, cual «Pesadilla en Elm Street», es preparar también varios volúmenes de los éxitos de un artista por entregas a lo largo de los años, como se ha hecho recientemente con U2, Madonna, Billy Joel, Bob Dylan, Leonard Cohen… 

Otros buscan alguna excusa más original para hacer lo mismo, centrándose en una época concreta o en canciones perdidas en caras B, como fue el caso, esta temporada, de Sinead O’Connor, Paul Weller, Doves, Pearl Jam, Miguel Ríos, Bobby Womack, Caetano Veloso -en castellano-, Fangoria -dos recopilatorios al mismo tiempo de etapas diferentes-… 

A su lado están los que realmente son primerizos en este mundo, aunque seguro que no por última vez: Sheryll Crow, Suede, The Chemical Brothers, Revólver, Ride, No Doubt, Primal Scream, Big Star, Beth Orton, Tori Amos, De La Soul, Counting Crows, Underworld, Stone Temple Pilots, Billy Bragg… 

Muchos de estos discos cuentan con pequeños atractivos para hacerlos más interesantes, como pueden ser canciones difíciles de conseguir de un artista o un DVD. Éste es el modelo escogido por la industria para paliar la crisis. Este año se han editado un buen montón, destacando los de John Lennon, Coldplay, The Pretenders, Bruce Springsteen, Red Hot Chili Peppers, U2, Rolling Stones, The Cure, Cowboy Junkies, Moby, el trabajo en video-clips de los directores Chris Cunningham, Spike Jonze y Michael Gondry… Muy interesante es también la colección Sound & Vision, con dos compactos y un DVD que resumen la trayectoria de gente como Bob Marley, Suzzane Vega, Dire Straits, The Cure… 

De poco vale que los artistas con unos ciertos principios levanten sus protestas. Muchos tienen estipulado en sus contratos la absoluta libertad para sus compañías en cuanto a la edición de toda clase de discos recopilatorios. Casi nadie es dueño de su propio catálogo. De las pocas canciones que Stone Roses grabaron para su primera compañía, Silverstone, éstos llegaron a editar hasta tres recopilatorios, utilizando incluso el trabajo artístico de John Squire. Lo cierto es que las protestas vienen acompañadas de suculentos derechos de autor que pasan a engrosar las cuentas corrientes de los compositores, así que tampoco se esfuerzan en denunciarlo. 

Muchas son las fórmulas que explotan las compañías para lucrarse, aunque se les ocurran pocas innovaciones. Los recopilatorios más innecesarios son, significativamente, los de mayores ventas. Ahí estuvieron todas esas mezclas de música de discoteca de sábado noche de saga interminable (Bolero Mix X, Máquina total X…), que explican sus ventas si pensamos que ahorran a muchos pinchadiscos horas de trabajo. 

Además de los discos de dueto o homenaje a un artista -el tributo a George Harrison, sin ir más lejos-, también se puede utilizar el recurso del disco en directo, otra forma de recopilar canciones, que sirve para estimular el ego de los artistas con el respaldo de su público y cerrar los paréntesis creativos de las bandas. Robbie Williams, Kiss, Soft Cell, Pearl Jam -editando todos sus conciertos recientes-, Asian Dub Foundation, Sinead O’Connor, Linkin Park, Jeff Buckley, Ska-P, Youssou N’Dour, Jimi Hendrix -enésima actuación que ve la luz después de muerto- o The Blasters fueron los últimos ejemplos de algo que parece no tener fin. 

Quedan aún las bandas sonoras de películas, hechas con refritos de todos los géneros, los discos centrados especialmente en canciones navideñas -Frank Sinatra, The Blind Boys Of Alabama en esta ocasión-, los unplugged o conciertos acústicos, las reediciones con añadidos -Placebo, Elefantes, Ariel Rot, Foo Fighters, el retoque del Let It Be de los Beatles-, los discos remezclados totalmente en clave dance -Madonna, Daft Punk este año-… Vamos, que si alguien no sabe cómo hacer rentable su negocio, ya sabe a quién dirigirse.

Xavier Valiño

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