CAMPUS GALICIA ARTICULO HIJOS DEL ROCK

ARTÍCULOS 2002

Hijos del rock: buscando mi destino

Jeef y Tim Buckley Bob y Jakob Dylan

“Odios a los mártires del rock”, cantaban Def Con Dos. ¿Y a los hijos del rock, a aquellos con padres que ya son leyenda en el olimpo rock, qué? ¿Es lícito odiarles por su –en la mayoría de los casos- intrascendente producción o hay que compadecerles por tener que soportar la sombra de sus progenitores y la omnipresente comparación con ellos?

Como en todo, hay que empezar por los Beatles. John Lennon aportó los genes para la apariencia física de sus vástagos, pero, definitivamente, fueron los de sus madres los que contribuyeron a que su música sonara tan distinta. Julian Lennon, hijo de su primera esposa Cynthia –y motivo de varias canciones de los Beatles, entre ellas “Lucy In The Sky With Diamonds” o “Hey Jude”-, paseó su faceta más amable por cinco discos en los que queda claro que también heredó la voz de su padre. Por su parte, Sean Lennon, hijo de su segunda mujer Yoko Ono –y el que aseguró que su padre había sido asesinado por el gobierno norteamericano-, se acercó más a las bandas independientes –fue bajista de Cibo Matto- antes de grabar un disco, Into The Sun, más arriesgado que los de su hermanastro, para el sello de The Beastie Boys.

Otros descendientes de los tres Beatles restantes lo intentan también, aunque más en un segundo plano. El hijo de Paul McCartney, James, toca guitarra y percusión en el último disco de su padre, Driving Rain. Dhani, hijo de George Harrison, colaboró con su padre en “Horse To Water”, la última canción del guitarrista recientemente desaparecido que estaba incluida en el disco colectivo de Jools Holland. Y Zack Starkey, hijo de Ringo Starr, es un reputado batería de estudio que ha tocado varias veces con su padre.

La década prodigiosa

En los 60, muchos se acunaron rodeados de guitarras eléctricas. No es de extrañar, pues, que una buena parte de los nombres que dominaron su escena vean a sus descendientes intentarlo por su cuenta.

De entre todos, destaca Jakob Dylan, preocupado siempre por marcar las distancias con su padre, Bob Dylan. Para empezar, se oculta detrás de una banda, The Wallflowers, aunque él sea el principal compositor, y rehuye el tema familiar en las entrevistas. Musicalmente, sus tres discos recuerdan más a Tom Petty –compañero, por otra parte, de Bob en el entretenimiento The Traveling Wilburys-, aunque en los textos no puede evitar recordar a su padre, algo que no es ningún desmérito.

También han intentado encontrar su propia personalidad otros hijos de aquellos pioneros. Dweezil Zappa, hijo de Frank Zappa, llegó a editar cuatro discos en solitario y dos en compañía de su hermano Ahmet como cantante, influenciados por luminarias del estilo Van Halen o Steve Vai.

Adam Cohen consiguió, después de trabajar con varios grupos durante los 90, grabar su primer disco en solitario en 1998, canciones de rock adulto más vigorosas que las de su padre Leonard Cohen. Curiosamente, fue la misma compañía de su padre, Columbia, quien se lo editó, porque si no…

Teddy Thompson, hijo de Richard Thompson y su esposa Linda, ha grabado y girado con sus padres en varias ocasiones. Su disco homónimo de debut le debe bastante al folk-rock que practican ellos. Van Morrison firma y participa en dos de las canciones del segundo disco de su hija Shana, 7 Wishes, quien ya había demostrado su espectacular voz acompañando a su padre en directo.

Otros marcan las diferencias. Chris Stills, hijo de Stephen Stills –de Crosby, Stills, Nash (& Young)- le dio a su disco de debut en 1998 un aire más independiente. Por su parte, Emma Townshend, hija de Pete Townshend, grabó su primer disco en 1998 en un estudio casero y reconoció que su principal influencia era Randy Newman.

Lo de Jasón Bonham, hijo de John Bonham, batería de Led Zeppelin es casi un caso de suplantación. Además de ocupar el lugar de su padre en las ocasiones en que Led Zeppelin se han reunido desde la muerte de John, ha hecho varias giras interpretando canciones del grupo de su padre y llegó a editar un disco titulado In The Name Of My Father: The Zepset Live From Electric Lady Land con el repertorio del grupo.

Sin embargo, fueron Wilson Phillips las únicas que en los 90 lograron un cierto éxito. Carnie y Wendy Wilson (hijas del Beach Boy Brian Wilson) y Chynna Phillips (hija de John y Michelle Phillips de The Mamas & The Papas) parece que entendieron bien que en estos años el pop edulcorado lo tiene más fácil. Eso sí, en sus dos discos demostraron que al menos se les había pegado algo de las armonías vocales de sus padres.

Cruce de caminos

Puede que en aquellos sonidos no estrictamente rock las comparaciones no sean tan habituales y sea más fácil forjarse un estilo propio. Desde luego, a Liza Minelli, hija de la cantante y actriz Judy Garland, aún siguiendo los pasos de su madre en el mundo del espectáculo –ambas representan perfectamente la época en la que cada una se dieron a conocer-, no se la valora con relación a sus antecedentes.

Nancy Sinatra, a pesar de alcanzar el número uno con “Somethin’ Stupid” al lado de su padre Frank Sinatra, optó inteligentemente por el pop y, durante los 60, sus composiciones con Lee Hazlewood –como “These Boots Are Made For Walkin’” o “Some Velvet Morning”- produjeron alguno de los éxitos infiltrados en las listas más atípicos de aquellos años.

Casi al mismo tiempo, Fela Kuti se convertía en el rey del afro-beat en África. Treinta años más tarde, su hijo Femi Kuti ha recogido su testigo y lleva camino de obtener su misma repercusión, aunque con el lastre de que precursores sólo lo son los primeros en llegar. Algo similar a lo que le sucede a Ziggy Marley -al que alguno de sus hermanos acompañan en directo- en relación con su padre, Bob Marley.

En Brasil, también a principios de los 60, Joao Gilberto daba vida a la bossa nova. Su hija Bebel Gilberto –sobrina también de Chico Buarque-, nacida en 1965, se lo tomó con calma. Grabó con su madre a los siete años, actuó con Stan Getz a los nueve, grabó su primer EP en 1988 y viene colaborando desde entonces con David Byrne, Thievery Corporation, Towa Tei, Caetano Veloso, Smoke City o Arto Lindsay, antes de grabar su primer disco, Tanto tempo, en el 2000, que supone algo más que una relectura electrónica de la bossa nova.

Don Cherry, trompetista de jazz al lado de visionarios como Ornette Coleman, ha visto como su hijo Eagle-Eye Cherry se ha hecho un hueco dentro del pop sin complicaciones con dos discos. Mientras, su hijastra Neneh Cherry barrió alguna de las fronteras entre el hip-hop y el pop en sus tres discos, aunque su fuerza se haya ido diluyendo con el paso del tiempo.

Asuntos internos

También dentro de nuestro Estado empiezan a despuntar algunos descendientes de los que, contra viento y marea, se han empeñado en dedicarse a esto. Lúa Ríos, al frente de su grupo Balboa, empieza a grabar sus primeras maquetas. Ella es la hija a la que Miguel Ríos le cantaba aquello de “Lúa, Lúa, Lúa, cuando crezcas algo llena tu cabeza de rock”. Por ahora parece que el consejo no cayó en saco roto.

Rodrigo, hijo del colega de Miguel Ríos, Rosendo, empieza ya a dar la cara, como en el último disco de su padre, con el que canta “El alma se colma”. Iker Piedrafita, hijo de Alfredo Piedrafita, guitarra de Barricada, tiene su propia banda, Los Dikers, con un par de discos en la onda Green Day.

Mientras, Raúl F. Rodríguez, hijo de Martirio, está a medio camino entre el flamenco y el rock, colaborando asiduamente con su madre o con gente como Kiko Veneno o Raminundo Amador.

La fiebre continúa

Quedan para el final tres artistas que se han situado, cuando menos, al mismo nivel que sus padres. Evidentemente, el caso de Whitney Houston sobrepasó en todos los sentidos a la atención que su madre, Cissy Houston, había despertado. Poco pudieron hacer discos como Presenting Cissy Houston o sus colaboraciones con Aretha Franklin. Ni siquiera su versión original de “Midnight Train To Georgia” la ayudó: al año siguiente representó un número uno para Gladis Knight & The Pips. Queda, para el morboso, el dueto que Cissy y Whitney grabaron juntas en 1988, “I Know Him So Well”.

El caso de Jeff Buckley, aún marcando las distancias con su padre, Tim Buckley, que lo abandonó de pequeño, duele por las semejanzas entre ambos. Ambos, artistas torturados de canciones intensas, murieron a la misma edad, los 29 años -de sobredosis el padre y ahogado el hijo-. El legado de los dos viene siendo reivindicado continuamente en los últimos años, con Starsailor, una de las últimas revelaciones del pop británico, como ejemplo: toman su nombre de un disco del padre y evocan en sus canciones a las del hijo.

La más reciente sorpresa viene de la mano del grupo que más elogios ha provocado en los últimos meses. The Strokes cuenta con un guitarrista de nombre sospechoso: Albert Hammond Jr. Una vez investigados sus lazos familiares, la sospecha se confirma: su padre es el mismísimo Albert Hammond, aquel que grabó “It Never Rains In Southern California” y acabó componiendo para Julio Iglesias. Sorpresas te da la vida…

Xavier Valiño

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