BRUCE SPRINGSTEEN 2009

Bruce Springsteen, sobreponiéndose a los días difíciles

 

En septiembre cumplirá 60 años, y lo hará en plena gira con la E Street Band, la misma que ahora le trae a Compostela este 2 de agosto, como soporte de su último álbum, Working On A Dream. Al cantante no le basta con ser un artista esencial, también quiere ser urgente. Se burla de la idea de ‘herencia’ o ‘legado’, la jerga para las bandas envejecidas que hacen giras sólo con antiguos éxitos. “Dormidos en sus laureles, dormidos en su legado”, dice con una sonrisa torcida. “¡Estoy sentado en mi legado!”.

 

El eternamente joven Springsteen sintió palpitar nuevas razones para creer después de ver la elección de Barack Obama. “El país que todos habíamos imaginado en el trabajo, la clase de lugar donde queremos que crezcan nuestros hijos, mostró su rostro esa noche de la elección”, dijo. “No sabía si vería alguna vez su rostro. No sabía que lo teníamos en nosotros, para ser sincero. Al día siguiente toda mi música fue más verdadera que la víspera. Eso fue grandioso para mí”. El cantante quiere confirmarse como una fuerza del bien pero a la vez amplificar su música, llegando a la mayor cantidad de público posible. Y, en persona, parece extrañamente tímido y tiene una risa boba. Es enérgico en lo que se refiere al control de calidad, pero los ensayos de su grupo desbordan de bromas de viejos amigos.


No hay duda de que Springsteen es un hombre serio en una época irónica, un evangelista del rock de la era del vinilo. Es un magnate que canta canciones de protesta en medio de una calamidad económica. Y es perfectamente consciente de esas tensiones; incluso canta: “Es un final triste gracioso verte fingiendo / hombre rico con camisa de pobre” (“Better Days”). Sin embargo, para Springsteen, la misión se vuelve clara cuando está de gira.


“Nuestra música, nuestras canciones, tienen una amargura ambigua”, asegura. “Casi todos nos dicen lo mismo: que les ayudan a pasar los tramos difíciles de su vida. Somos una banda buena para ver cuando las cosas no andan tan bien. Por eso seguimos”.


Todo esto podrá, quizá, conmover o desatar críticas, pero es innegable la fuerza de esta banda. En sus giras, el público brama expresándole su amor. Suele tocar el épico “Outlaw Pete” (del nuevo álbum, no muy bien recibido por la crítica) al principio. Es que Working On A Dream tiene múltiples niveles y está recargado con flashes que recuerdan a Roy Orbison, Phil Spector y los Byrds, o sea que no sorprende que nadie lo compare con Born To Run o Darkness on the Edge of Town, dos de sus grandes clásicos.


“Cuando salió Darkness on the Edge of Town montones de fans no lo recibieron bien al principio”, recuerda Springsteen. “Fue un disco que la gente necesitaba escuchar en vivo. Salimos y tocamos. Y esa música a lo largo de los años pasó a ser de las más perdurables. Los versos eran tristes y los coros eran gospel. Puede ubicarse cerca de Nebraska (el álbum acústico de 1982) y de Magic (de 2007)”.

 

 


“A medida que me voy volviendo más viejo escribir se vuelve más fluido y me impongo menos reglas”, explica sobre su nuevo álbum. “Lo que yo edite en este momento no importa; cada uno tiene en mente el disco particular de Bruce Springsteen que está esperando. Y piensan que debería hablar de determinada cosa o sonar de determinada manera. Lo bueno es que tengo los oídos abiertos a las voces del público. Pero, al mismo tiempo, no tiendo a quedarme sentado con una idea de afuera. Mucho es escuchar lo que viene. Una semana en el huerto crecen las patatas; la otra semana, los tomates”.


Se inclina para atrás y se ríe. Los escépticos que creen que el ídolo se toma demasiado en serio se sorprenderían al oírlo reír estruendosamente: “¡Sí, brotan las patatas, las cosecho!”.

La E Street Band, reunida ya desde hace una década después de las excursiones de Springsteen como solista en los años 90, terminó la gira Magic el año pasado y ya volvió para una gira que andará rondando los cien conciertos. El teclista Danny Federici, uno de los miembros fundadores, murió hace un año después de batallar contra un melanoma (Working on a Dream está dedicado a él). Clarence Clemons, el saxofonista, también ha tenido sus achaques últimamente y al guitarrista Nils Lofgren lo operaron de las dos caderas el año pasado.


Springsteen, padre de tres hijos de entre 15 y 18 años, se sobresalta ante la mención de las palabras “gira de despedida” y da a entender claramente que ni él ni su esposa, la cantante de E Street Patti Scialfa, van a cambiar en lo inmediato su vida de giras por su rancho de caballos en Monmouth County. Ya tiene canciones escritas para el próximo álbum y está simplemente esperando “la oportunidad de grabar”.


En esta gira, junto a la banda habrá una gran pantalla de video con una imagen de vías de ferrocarril en la que una locomotora parece abalanzarse hacia el equipo de la batería. Springsteen se ríe de nuevo. “Patti me dijo que después de los 50 tenía algo especial, que la gente está muy concentrada y ocupada, y que quizá se deba a que un tren avanza contra la mente”, dice: “Es posible que haya en mí algún elemento así en este momento. Oigo un silbato a lo lejos en alguna parte: mejor que me ponga a escribir”.

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