BLUR

Blur, mirando dentro de América

 

No, no intentan engañar a nadie. Simplemente quieren sobrevivir y la única solución es renegar del brit-pop y dirigir la vista hacia los otros sonidos presentables de los últimos años, americanos para mayor sorpresa de todos. Ahora Beck y Pavement están en la agenda de Damon Albarn y sus secuaces. Aquí intentan justificarse.

 

Blur, vuestro nuevo disco, es un decisivo paso adelante, pero «Beetlebum» no es más que la canción de los Beatles que Oasis nunca grabaron.

– Creo que la cosa más pasada de moda que podíamos haber hecho para nuestro regreso era una canción que sonara como los Beatles. Quiero que Noel Gallagher escuche «Beetlebum» y se de cuenta que esta canción está… más cerca.

 

¿Cuál es ahora la relación con el compositor de Oasis después de todo este tiempo y de sus famosas declaraciones?

– No es que haya una relación de amor perdido entre nosotros. Dijo que deseaba que yo muriera de SIDA, así que por mí puede pudrirse. No se trata de algo musical o algo así, pero como persona hizo algo… No me importa que pidiera perdón por ello. Nunca me pidió perdón a mí. No creo que lo vaya a hacer y tampoco quiero que lo haga.

 

A la hora de preparar al público para este nuevo rumbo vuestro, ¿cuáles son los estereotipos creados sobre Blur que se han de vencer ahora?

– Lo nuestro siempre fue una celebración de la caída de una cultura, más que un resurgimiento de esa cultura. Siempre dije eso. Pero creé unos personajes con tanta fuerza que acabé viviendo dentro de sus zapatos. Parklife me superó un poco. En aquel momento no me importó porque todo fue increíble. Era todo tan nuevo y un territorio tan virgen…

 

¿Te arrepientes de alguna de las cosas que hiciste por entonces?

– Creo que fui víctima de algo… Tomé algunas decisiones estúpidas y no creo que realmente tuviera el sentido de la moral y la responsabilidad personal que tengo ahora.

 

¿Consiguió la ambición sacar lo mejor de ti?    

– Sí. Creo que todos los que están en una condición de símbolo en este país han dejado que la ambición les sacara lo mejor. Nosotros ya lo hemos pasado y estamos en algo distinto; ahora estoy esperando que todos los demás pasen por ello. Quiero decir Oasis o Pulp. Espero que le esté pasando ahora a Jarvis Cocker, porque creo que está tan jodido como yo lo estuve. Es imposible recorrer todo el camino si eres inteligente. No puedes creer en estas cosas, todo ese sistema de valores. Yo nunca tuve esos valores, simplemente estaba intrigado por todo el proceso.

 

Con declaraciones así pareces haber sido un observador imparcial en las fiestas de las superestrellas, cuando frecuentemente estabas borracho como una cuba.

– Sí, pero nunca perdí el control. Bueno, no es cierto. Estaba algo así como fuera de control. No me daba cuenta de lo que pasaba, pero ahora sí. Era intrigante. Vas a esas fiestas porque tienes curiosidad por saber qué clase de vida es ésa. Por ser curioso acabas formando parte de ello. Empiezas yendo a un club para conseguir  coca, después a otro, vuelves a ese club… Ese círculo te lleva a los periódicos sensacionalistas, porque esos son los lugares en los que ellos te están esperando.

 

En todo ese tiempo, ¿lo pasaste bien?

– Hasta cierto punto sí, pero me sentía culpable porque había una voz dentro de mí que se volvía más y más fuerte y que me intentaba sacar de allí. Este disco está totalmente relacionado con el proceso de curación de todo aquello. Pasé por mucha mierda. Llegué a tal estado… Pasé de ser alguien que podía sentarse debajo de un árbol y dormirse, a alguien que no podía sentarse debajo de un árbol y ahora he vuelto a poder. Y para mí ésa es la cosa con más valor en el mundo: ser capaz de tener esa paz directa y sin afectación.

 

Esa etapa sirvió para decir hasta aquí hemos llegado.

– Eso fue el final de algo, sin duda. Lo llevamos tan lejos como pudimos mientras aún nos sentíamos cómodos. Me gusta la tradición del music hall, es algo de lo que me siento muy cerca. Mirando hacia atrás, la parte más caricaturesca de The Great Escape y Parklife haría un buen musical. Ponlos en los escenarios del West End y «Country House» arrasaría. Y ahí es donde debería estar. Pero eso no satisface una parte creciente de mí. No puedes evitar darte cuenta, a medida que te haces mayor, que no eres tan importante y que necesitas hacer cosas que signifiquen mucho más. No hablo de pop clásico, sino de cosas que cuenten a la hora de aprender sobre ti mismo. Supongo que lo veía todo de una forma vagamente caricaturesca, y por eso hacíamos música cómica. Pero siempre han existido pistas en todos nuestros discos de lo que este disco es. Siempre ha estado ahí, en nuestras cabezas, así que no nos parece extraño esta nueva dirección.

 

¿Fue premeditado para alejar a los fans pop?

– No. Era la única cosa que posiblemente podíamos hacer sin haberlo dejado y seguir cada uno nuestro rumbo. Graham ha seguido un largo camino conmigo. Lo conozco desde hace tanto tiempo que no puedo permanecer impasible. Yo escribo buenas canciones y tengo un gusto musical diferente al suyo, pero cuando nos unimos como debe ser sale algo realmente fuerte. A veces uno adelanta al otro y en este disco hemos intentado llegar a un equilibrio. Él también está creciendo. Ha dado la casualidad de que hemos dado un paso adelante al mismo tiempo. Y que él haya dejado la bebida fue muy importante, porque nuestra relación ha vuelto a ser lo que era y puedo comunicarme con él. Verdaderamente me sentí decepcionado. Es como un hermano, y llegó a ser muy frustrante porque era imposible poder razonar.

 

¿Sentiste que la banda estaba estancada por esa ruptura entre vosotros?

– Sí. No es que culpe a esa ruptura, pero hacia el final de The Great Escape era virtualmente imposible planear cualquier cosa o saber exactamente cómo iba a ser el día siguiente.

 

El pasado verano llegasteis a comunicaros únicamente a través del correo.

– Las cartas fueron un buen medio para empezar de nuevo. Eso es justo lo que pasa en los grupos, es lo que sucede si pasas meses y meses confiando en que alguien sea responsable y los demás confiando en ti para comunicarte con ellos y ser sensible a como piensan. A veces era demasiado responsable, pero tenía que serlo porque nadie más podía. Toda esa energía implacable, esa competencia, fue mi culpa, sin duda. Todos me lo dicen, pero no era algo que fuera a cambiar hasta que no entendiera cuál era la razón por la que me sentía así.

Y supongo que era bastante prudente no dejar de comportarte así hasta que no hicieras la suficiente cantidad de dinero y pudieras permitirte el lujo de hacer un disco más experimental. Ese es el capricho de todo hombre rico, ¿no?

– Supongo que sí. Hay mucho de cierto en eso, pero nosotros siempre hemos hecho la clase de música de la que fuimos capaces en cada momento. Cuando empezamos, nuestra compañía tenía muchas ganas de convertirnos en algo apropiado para la época. Si hubiéramos hecho nuestro primer disco tal y como hicimos nuestras primeras caras B, hubiera sonado mucho más como este último. Eso era antes, pero fijó un método de trabajo y un sentido de la responsabilidad a la gente de nuestro entorno que ha llevado un tiempo deshacerse de él. Aunque aún tenemos algunos hábitos. Estábamos planeando nuestra gira del próximo año y fue muy difícil, así que puede que ese sentido de darte cuenta de que tienes que trabajar por todo en esta vida no haya desaparecido del todo.

 

Este disco también puede ser visto como una aceptación de la derrota, una retirada, una forma de admitir que Blur no puede competir con Oasis en los términos que una vez os fijasteis.

– No es exactamente como yo lo veo. Una vez que has llegado a un punto en el que vendes millones de discos y llenas estadios -no grandes, pero de media capacidad- tienes derecho a fijar las cosas de nuevo, ya que hemos conseguido lo que la mayor parte de las bandas jamás conseguirán en lo que respecta al status. Creamos un movimiento, así que en lo que se refiere al linaje de bandas británicas siempre habrá un lugar para nosotros. Creo que de verdad empezamos a ver el mundo de forma algo diferente. Y se me hizo claro que al final del día lo que importa son los discos y nada más, el estatus y la cantidad de discos vendidos no importa tanto. Es un hecho al que no puedes escapar.

 

¿Sigues creyendo que tu música podría cambiar el mundo?

– Sí, y odiaría perder eso. Me cortaría la cabeza si me pasara. Pero no creo que le puedas explicar a la gente cómo hacerlo. Resultó en el pasado y sé como hacerlo de esa forma, pero quiero cambiar otra vez. Siempre supe que haríamos un disco como éste. Sabía que éramos capaces. Creo que tienes que ser muy cuidadoso porque ‘saber’ es interpretado como ser una persona clínica e indiferente.

 

Una buena parte de este disco está compuesto de cosas contra las que solías despotricar, o sea, lástima de uno mismo con absurdos sonidos por encima y una completo olvido de la responsabilidad comercial.

– Sí, soy consciente de las contradicciones. Pero lo mismo podrías decir de los Beatles. Hacían eso hacia el final de su carrera. Creo que las bandas inglesas no toman suficientes riesgos una vez que han encontrado una fórmula. Y ésa es la razón por la que los Beatles son la mejor banda de todos los tiempos. Es un arte olvidado. Por eso el panorama es deprimente en estos momentos. Y ésa es la razón por la que no hemos hecho un brillante disco pop, porque el entorno es el opuesto a cuando hacíamos brillantes discos pop. Tenemos nuestra propia integridad y eso es lo que nos mantiene fuertes y unidos, y no coincide siempre con la opinión de lo que está de moda y lo que no en cada momento.

 

Por el camino se han quedado tus ataques vitriólicos, tu energía sin límites.

– Hago artes marciales, taekwondo. Ha sido muy importante. Una vez que empiezas a involucrarte, tu deseo de arrasar con todo disminuye. Te enseña que ésa no es la forma de ser. No se trata de entrenar para ser un asesino. Quiero decir que cuando fui a por mi primer grado el año pasado, era el cinturón blanco y tenía que estar allí con un montón de chicos jóvenes. Todos sabían quien era y tienes que tratar a todo el mundo de ‘señor’, así que es una experiencia muy humillante.

 

¿Te has cansado de Londres?

– Sí, no quiero vivir más aquí, no quiero vivir más en una ciudad. A Justine le gusta, así que no tengo mucha elección, pero echo de menos poder caminar sin más y estar en silencio, cosas así. He gastado algo de dinero y me he comprado una casa en Islandia. Cada vez que vuelvo me relajo y se me abre la mente. Creo que todos los que pasan algún tiempo fuera de Londres se sienten así.

 

Así que este disco, Blur, trata más de ti que de Londres o de sus suburbios y de sus gentes. ¿Es el disco más personal y exhibicionista que has hecho?

– Sí, y no me importa ahora, porque estoy más preparado emocionalmente para ello. Tienes que tener cuidado cuando empiezas a cantar sobre ti mismo. Las canciones tienen una magia, una especie de poder con el que no puedes jugar. Si cantas sobre ciertas cosas tienden a volverse verdaderas, porque el hecho de que incluso hayas escrito sobre ellas significa que, en lo más profundo, sabes que allí es donde vas a acabar. Hay muchos ejemplos de gente que ha escrito sobre su propio futuro, así que impone bastante respeto.

Xavier Valiño

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