BJÖRK 1997

Björk, diva para el tercer milenio

 

 

 

“Ejército de mí”

 

“Pensé que podía organizar la libertad”. Eso dice Björk en una de las canciones de Homogenic, su tercer disco en solitario de los 90. Se echa en falta algo más de humor, algo más de dance intrascendente. Parece que ha habido demasiado drama en su vida recientemente. La ligereza volverá, pero mientras tenemos un nuevo disco rico y ambicioso en sus arreglos, con algo de techno aparatoso y bastante más.

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Nunca has estado parada desde tus inicios. ¿Qué es lo último que has hecho?

– Una gira pequeña de seis conciertos en cinco países por locales de pequeña capacidad. Y Homogenic, claro. Post era glamoroso y extrovertido, y Homogenic no es para nada así. Me gusta hacer cosas que no se pueden planear. Para mí, desde que salí de Islandia, siempre he sentido que no vale la pena hacer algo a menos que sea algo que no hayas hecho antes.

 

¿Quiere eso decir que la próxima gira va a ser un mal trago para ti?

– Para nada. No soy tan punk como para creer que un concierto no es bueno a menos que sea después de la medianoche en un sótano pintado de negro. De hecho, esa idea es una estupidez. Mi regla para un concierto bueno es: ‘¿Pagaría yo por ver un concierto mío?’ Suficiente. No voy ni a tratar de explicarlo más.

 

En Homogenic no hay nada tan directo como “It's Oh So Quiet” de tu anterior álbum.

– La verdad, no puedo preocuparme de aquellos a los que no les entre el disco, y sé que habrá bastantes. Toda esa idea de que soy una diva del baile glamorosa y feliz es muy halagadora, pero no es cierta en absoluto.

 

Así que crees que has hecho un disco valiente.


– Sí, pero si se me debe algún mérito debería ser por ser siempre valiente. Tienes que correr un montón de riesgos. Nueve de cada diez veces puede ser una basura, pero vale la pena si una de esas veces te hace decir: ‘Sí, esto es’. Es muy importante y, por lo menos, una parte de mis discos han sido siempre así.

 

En este caso te refugiaste durante una temporada en España. ¿Cómo fue la estancia en el estudio malagueño?

– Viajé durante cuatro años como una lunática. Era algo así como Bruce Willis en Jungla de cristal. Y acabé parando en España. Es como encontrarse con un día soleado después de que las nubes hayan descargado toda su agua. De eso va “All Is Full Of Love”. La grabación fue el mayor lujo de toda mi vida. Podía salir al balcón y ver África desde allí. No se puede pedir más. Trabajar con Nellie Hooper fue una de las relaciones musicales más mágicas que nunca he tenido. Pero también tuvimos un montón de diferencias musicales. Ésa es una de las principales razones por las que Debut y Post acabaron siendo como fueron. A él le gustan los arreglos sofisticados y brillantes, y yo vengo de Islandia. Allí no creemos en algo hasta que no tiene agujeros y marcas de suciedad. Recuerdo que él no podía soportar canciones como “The Anchor Song”. Era demasiado discordante para su gusto. Y había ritmos que puso en los discos que yo pensaba que estaban demasiado a la moda, y por eso nos enfrentábamos la mayoría de las veces.

 

Desde luego, las nuevas canciones te dan la razón. Ahora los ritmos son mucho más alocados.

– Era hora de que dejase de visitar a los demás y tomar prestadas sus ideas. Me gusta hacerles visitas, no me malinterpretes, porque de otra forma tu ego te devoraría. Pero siempre quise saber a qué sonarían los ritmos de Björk. Trabajé con el ingeniero Markus Dravs en el estudio del piso de arriba de mi casa, al lado de mi cama, y recopilamos un libro entero de ritmos. Yo se los tocaba y él los convertía en realidad. Primero pensé que sonarían como ritmos grandiosos, pero poco a poco se volvieron más extraños.

 

¿Ya tienes claro cómo suenas?

– Todavía lo estoy intentando saber. Ha estado en mi cabeza desde que era una niña, y no es tan difícil. Pero me puede llevar diez años encontrarlo. O tal vez veinte, sólo acabo de empezar.


 

¿Sabrás reconocerlo cuándo lo encuentres?

– Creo que sí. Pero entonces, de nuevo, no querré encontrarlo, porque se habrá perdido todo. Simplemente espero encontrarlo antes de morir, estaría bien. Mi abuela es pintora. Tiene 72 años y todavía sigue. Ahora busca colores diferentes. Ves, sigue aprendiendo y trata de encontrar las imágenes que tiene en la cabeza, y creo que yo siempre seré así.

 

¿Queda algo en la Björk de hoy del hedonismo de antes?

– Lo que es tan hermoso de esta música es que ni siquiera importa si afuera hay una guerra nuclear o si Led Zeppelin están tocando en la calle de al lado. Esta clase de material siempre ha existido; es para ti, para escucharlo sentando en casa con tu jersey y tus zapatillas. No es algo que te haga ser sociable.

 

¿Se debe eso a que hay límites, a que la gente no puede bailar día y noche sin parar?

– Es una barbaridad lo que podemos hacer en la vida. Cuando salga de aquí me podrían dar una paliza, podría ir a una biblioteca, salir toda la noche con completos desconocidos o volar hasta el otro extremo del mundo. Gracias a Dios, llevamos una forma de vida en la que salimos y nos emborrachamos y escuchamos música con altavoces gigantescos, pero a veces tenemos que sentarnos y callarnos.

 

¿Vienen de ahí canciones más calmadas y emocionales como “Immature”?

– Esa canción es el resultado de una batalla que tengo conmigo misma. Soy yo tratando de saber si es más valiente ser autosuficiente o necesitar a una persona. Cuando era niña solía ir de camping durante dos semanas yo sola al medio de ninguna parte, cazando y cocinando para mí; ésa era la idea que tenía de la valentía. A medida que he ido creciendo, me he dado cuenta que, de hecho, era una cobarde, porque no me comunicaba con nadie.

 

¿Qué tiene que ver con todo esto “Hunter” (“Cazador”)?

– Muchos de mis amigos se están ahogando con preguntas del tipo si deberían establecerse en un sitio o seguir viviendo como adolescentes. La canción soy yo especulando sobre cuándo llega el momento.

 

Últimamente te persiguen bastante, y por eso también buscaste refugio en España. ¿Te gustaría no aparecer más en los periódicos sensacionalistas?


– La verdad es que no los leo. De todas formas, siempre podría volver a Islandia, ¿no? Pero hay algo que no funciona cuando no puedes tener una cita con alguien sin que aparezca en todos las noticiarios del mundo. No me importa, de verdad. Pero si pienso que a la gente que quiero -mis familiares, la gente con la que he salido o sus familias- les fastidia todo esto, eso sí me molesta. No me quejo. Lo que pasa es que en el momento que crees que ya lo tienes superado, te das cuenta que no es así.

 

¿Cómo llevas todas las otras esclavitudes de la fama?

– No es que diga que odio mi trabajo y voy a hacer lo que Kurt Cobain para responsabilizaros. De eso nada. Podría empezar a trabajar a una fábrica de pescado en lugar de hacer esto. En cualquier momento podría dejarlo. Aunque algunos aspectos de la fama no tienen sentido. Eso es algo que intentábamos comprender cuando éramos punks. No es más que una cuestión de si te sientes responsable de… no del destino, que es un poco fuerte, sino de tu vida, tal vez.

 

¿Adónde intentas llegar con este disco, cuál es tu auténtico objetivo?

– La verdad es que con este disco estoy siendo bastante egoísta, ya que está centrado en mí. Creo que puedes descubrir cuando la gente te ha estado puteando. No es necesario ver un fotógrafo cerca o leer alguna estupidez de las que escriben: puedes saberlo. Mis discos favoritos, los que me han impulsado a continuar a través de los años, son siempre aquellos discos en los que quienes los han grabado estaban tan centrados en sí mismos, eran tan egoístas, que ni una sola persona puede entenderlos.

 

Pero entonces, ¿qué posibilidad hay de ir más allá?

– Este disco es como un borrador del próximo. Creo que será mucho mejor porque me estoy acercando a algo verdaderamente bueno. Todavía siento como si fuera a ciegas, como si estuviera caminando hacia algo que por ahora sólo puedo oler remotamente. De todas formas, por ahora no quiero pensar demasiado en ello.

 

¿Qué parte de Homogenic está inspirada por los recientes acontecimientos de tu vida?


– Un montón, y mentiría si dijera lo contrario. Por eso es el disco más oscuro que he hecho, aunque también es el más brillante. En ningún momento perdí la esperanza, a pesar de que he tenido momentos muy malos.

 

¿Qué clase de esperanza, por el futuro?

– No realmente. Es como una lucha en contra de la muerte y del aburrimiento, del poder y del demonio. Es algo así como una lucha a favor de la vida, porque es una bastarda sigilosa, la muerte me refiero. Podrías ser el dueño de un zoo muy prolífico, rodeada de niños, y no ser una persona muy positiva. La muerte está detrás de todo y juega contigo. Soy muy testaruda, y voy a luchar a favor de la vida siempre. Lo que más me asusta es el aburrimiento, y ya he empezado a coleccionar videos.

 

¿Para qué?

– Para cuando me haga vieja, por supuesto. También discos compactos. Estoy comprando un montón. Me estarán esperando todos en pilas de cajas grandes cuando llegue a los 60 o 70.

 

¿Se puede decir que Björk busca la perfecta canción pop?

– Sí, desde luego, pero también soy consciente de que es un largo camino. Siempre he tenido esas ideas románticas de unir mundos diferentes. Como unir la naturaleza y el techno, unir lo urbano, lo rural y la música folk. Algo hecho con instrumentos electrónicos puede ser algo muy orgánico. Hace cien años, gente como Eric Satie o Ravel hacían música seria y, a la vez, con raíces. No es muy habitual en la historia humana que la distancia que separa a ambos sea tan grande. Y también estoy muy interesada en unir lo abstracto. Muchas de las cosas diarias lo son, te guste o no: los ruidos que escuchamos, las conversaciones que la gente tiene y que no tenemos ni idea de qué van. Y, por supuesto, lo que es justo lo opuesto, la narrativa. Obviamente, viniendo de un país que está obsesionado con contar cuentos, a mí me intriga la narrativa, y una canción en tres minutos es algo de contacto muy directo en cada micro-segundo. Así que todavía lo estoy intentando y me queda mucho.

 

¿Te ayudó para ello haber estudiado en un conservatorio?

– Hoy en día estoy contenta de haber ido a un conservatorio durante diez años cuando era una niña. Por aquel entonces no era tan gratificante, pues quería hacer música moderna, del presente, sobre emociones, amor… No quería tocar música nostálgica de compositores alemanes muertos. Sólo estudiábamos alemanes, como si el resto de la humanidad hubiese estado parada durante esos doscientos o trescientos años. Muchas veces pensé que la academia era una pérdida de tiempo, pero al final me di cuenta de que era importante. Está ahí para enseñarte cosas que es importante saber, para luego poder arreglártelas con asuntos de la vida diaria, comunicarte con otras personas, cosas que de otra manera hubieses evitado aprender.

 

¿Qué sentimientos no te gusta revelar?

            – Tengo suerte porque conservo amigos de la adolescencia con los que me puedo desahogar. Pero cuando estoy con extraños oculto mis sentimientos. Aunque todo el mundo es así, no importa el trabajo que tengan. En tu trabajo nunca eres tú realmente, ¿verdad? Sólo de las estrellas del pop se espera que sean ellas mismas en su trabajo.

 

Siempre te han calificado de diferente. ¿Cómo te sienta?

– Sí, siempre he convivido con la palabra diferente desde pequeña. Y siempre me ha hecho gracia. No me sienta mal que la gente se ría de mí… Más bien me gusta, si soy honesta. A veces me tomo a mí misma demasiado en serio, así que necesito unos golpes como medicina. Pero nunca se lo he dicho a nadie, y la gente se cree que soy tan sensible y que estoy absorta en mí misma. Además, en cuanto a lo de ser diferente, nunca he encontrado una persona normal en mi vida. Y esos que crees que son normales tienen alguna afición secreta que acaba por salir ocho años más tarde, ¿no?

 

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