BILLY BRAGG

Billy Bragg, el socialismo del corazón

 

Momento de repaso. Billy Bragg edita el primero de sus recopilatorios y queda claro que ha sido, en estas dos décadas, uno de los cronistas más relevantes de las Islas Británicas. Sin embargo, ahora no tiene intención de cantar sobre lo mismo que en el pasado. Él mismo se explica.

 

¿Significa Must I Paint You A Picture, The Best Of Billy Bragg que miras, sobre todo, al futuro?

– No soy muy estalinista con mi propio material. Me gusta tocar en directo muchas de estas viejas canciones, así que no he perdido contacto con ellas.

 

¿Cómo has escogido las canciones de este recopilatorio?

– Me basé en la reacción de la gente. A algunos les parece que alguna de las canciones no son esenciales en mi trayectoria, pero deberías ver cómo las aclama la gente en directo.

 

¿Y te sientes ahora en contra de alguna de estas canciones?

– Hay una o dos que me preocupan a veces, tal vez porque mi audiencia pueda expresar algún tipo de nostalgia por los años de Margaret Thatcher en el poder, para cantar lo mal que nos iba, lo que no me gusta. Las toco sólo para que la gente pueda cantarlas conmigo, siempre y cuando canten también las nuevas. La alternativa es ser como Paul Weller y negarse a tocar cualquier cosa de tu catálogo previo. Eso sí es estalinista, ¿no?

 

Antes retocabas tus canciones para el directo. Ahora que las has editado tal y como fueron grabadas, ¿qué haces con ellas?

– La gente solía quejarse cuando cambiaba las canciones. Ahora sólo lo hago con “Waiting For Great Leap Forward”, que necesita ser actualizada, ya que estaba muy anclada en el momento en el que se compuso. El resto las canto como son, así que no pretendo ir otra vez de listillo.

 

Ha pasado un año desde que editaste England Half English, tu último disco, que algunos malinterpretaron. ¿Cómo ves aquello ahora?

– Creo que quien me sigue lo ha entendido. Es cierto que algunos versos en los que declaraba mi amor por mi país no fueron entendidos, ya que pensaban que no podía cantar algo así sin ser irónico. Pero amo mi país y me siento un patriota. Lo que no haría es decir que mi país es mejor que otro, o que estás con nosotros o con los otros. Eso es patriotismo irracional. El debate de la esencia de lo británico se ha impulsado con el reto de la Unión Europea, la evolución del nacionalismo escocés y, lo más importante, la inmigración. Lo que no voy a hacer es escribir otra vez sobre lo mal que nos fue con Margaret Thatcher. Lo que uno debe hacer es escribir sobre lo que ve por su ventana.

 

Recientemente grabaste para el disco Stop The War “The Price Of Oil”, en la que asegurabas que la guerra con Irak se impulsó sólo para controlar el precio del petróleo. La pusiste en tu web y más de 50.000 personas la descargaron. ¿Cómo fue la idea?

           – Vi ese lema en algún lado y mi corazón se puso a latir, así que compuse la canción. Es un rollo grabar un disco. Pero cuando has sacado algo en un día y sientes mucho por ello, puedes ponerlo en Internet y la gente lo puede escuchar al día siguiente. No tienes que preocuparte por la radio y todo eso; puedes oírlo desde dónde estés. Me parece muy interesante.  

¿Crees que la música ha ayudado en este caso concreto?

           – Mi teoría, si es que a alguien le interesa, es que hay dos tipos de música. La que ocupa los medios, la que hacen tragar, que se usa en anuncios de coches y a la que no puedes escapar. La otra es la que ni siquiera está en el horizonte. Ésa es la que yo hago. Cuando alguien la encuentra, significa mucho más para esa persona, porque la ha descubierto por sí mismo. Es la clase de música que dura más, con la que puedes construir una carrera. Y desde el 11 de septiembre y la guerra con Irak, la gente está más interesada en la música que tiene algo que decir. Lo que es una pena es que tenga que suceder algo así para que la gente la descubra.

 

No has ablandado tu postura con los años, pero parece que hay más referencias a la espiritualidad en tus canciones. ¿Qué ha cambiado?

         – Mi paternidad y la caída del muro de Berlín. Respecto al primero, creo que los niños son la llave para entender el misterio de la vida. Te hacen pensar fuera de tu pequeño y egoísta mundo. Entender que todos son hijos de alguien ha influido en gran manera mi forma de pensar.

 

¿Y respecto al segundo?

– El socialismo era una expresión ideológica de mis ideales humanitarios, y eso sigue intacto, pero el lenguaje para articularlos, el marxismo, ha terminado. Lo resumo en “Upfield”, cuando evoco el socialismo del corazón, más que el socialismo de la cabeza, que sería puramente ideológico, racional y dialéctico. La Unión Soviética tuvo muchos fallos, y uno de los principales fue negarle a la gente sus necesidades espirituales. Uno no quiere vivir en una sociedad basada solamente en el materialismo. Ni, tampoco, en una basada solamente en la teología. Los Estados Unidos parece que se van a convertir en ambas a la vez. Y tenemos la oportunidad de articular una política compasiva que hable de la compasión y la responsabilidad en lugar del socialismo y la democracia. Cada uno que lo exprese como quiera, que yo no soy muy bueno con las religiones organizadas. Nuestra relación con el espíritu, o como quieras definirlo, tiene que basarse en los sentimientos y las experiencias personales. 

Xavier Valiño

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