BASIA BULAT

Basia Bulat, las chicas de Chelsea

 

 

 

 

 

Tall Tall Shadow , el tercer disco de Basia Bulat, intenta sobre todo no repetir la fórmula. Con una portada que remite al Chelsea Girls de Nico, el radar girado más hacia sonidos clásicos, grabado en un local con historia y marcado por la muerte de alguien muy cercano, Basia lo compuso al piano tocando otros instrumentos no habituales en ella. Es la historia de un tiempo complicado del que salió gracias a la música que compuso. 

 

Empezaste grabando en una sala de baile con más de 60 años de historia en Toronto, tu ciudad.

– Es un lugar curioso y extraño porque cuando entré por primera vez estaba tocando una banda de jazz de veteranos. Era la hora de la comida y había parejas de gente mayor bailando. El sitio tiene mucha personalidad y muchas historias. Sentí como que había encontrado un pequeño tesoro en mi ciudad. Es un habitáculo tan grande que pudimos colocar todo nuestro equipo y, de hecho, tocamos las canciones allí varias veces hasta que les cogimos el punto y pudimos grabar, aunque las bases de las canciones las registramos allí. También estaba muy cerca de casa, así que era muy práctico levantarme y caminar solo cinco minutos para llegar allí.

 

Parece que has conseguido un sonido más dinámico, más expansivo. ¿Era esa la intención?

– Quería hacer algo en un lugar que no fuera un estudio, para evitar esa comodidad y no repetirme. Salvo eso, en lo demás no tenía muchas ideas, estaba muy abierta a lo que pudiera surgir. En este disco hay más espacio para todo, para el sonido, y eso es algo que quería. Aunque al mismo tiempo, si es que tiene sentido, quería que se sintiera como algo próximo.

 

Desechaste todo un disco y empezaste de nuevo.

– Sí, cuando estaba trabajando en el grupo de canciones que iban a constituir el disco pasé por un periodo difícil de mi vida, ya que perdí a una de mis grandes amistades, así que me pareció que aquellas canciones no estaban bien, que no me representaban, no eran honestas. Tuve que empezar de nuevo y componer sin saber qué saldría, pero tenía que sentir de verdad lo que cantaba. Fue algo así como un proceso catártico para mí, algo curador. Quería escribir algo auténtico y que quedase ahí cuando no estemos. Lo que no sé es lo haré con las canciones que quedaron atrás.

 

 

 

 

 

Las letras son más directas esta vez. ¿Tenías algún temor de exponerte demasiado? ¿Dónde crees que debería estar el límite?

– Sí, existía ese temor, pero no quería limitarme. No quería exponer a otros, pero tampoco quería esconder nada. Está claro que cuando pones algo en un disco, quien te conoce va a leer entre líneas. Soy una persona ansiosa que necesita dar salida a determinados sentimientos, pero también creo que en esta ocasión lo he atemperado suficientemente y no me he dejado llevar por el primer impulso.

 

Algunas de tus canciones tienen un contenido oscuro tratado con una música más optimista. Es una combinación que suele funcionar.

– Sí, en esta ocasión me inspiró mucho la música soul y góspel, ya que hacen algo parecido. Es una música reconfortante, y cuando no me encuentro bien, es la música que escucho. Además, en este disco me influyeron cantantes femeninas de gran fuerza, como Sandy Denny, France Gall y Françoise Hardy.

 

En “Promise Not to Think about Love” actualizas el sonido de los grupos de chicas de los 60

– Me encantan esas bandas, las melodías y las letras porque me levantan el ánimo. Recuerdo, por ejemplo, escuchar “One Fine Day” de The Chiffons todos los días de camino a la escuela. Escuchar a un grupo de mujeres cantar me da mucha fuerza, así que quería hacer algo así. También quería hacer un homenaje a mis amigas que están siempre ahí cuando las necesito, así que las reuní a todas y ellas hacen los coros.

 

“Tall Tall Shadow” es una canción pop optimista. ¿Por qué la escogiste para titular el álbum, porque tiene referencias a todos los otros temas?

– Sí, es un tema muy oscuro pero que parece encaminarse hacia la luz, si es que esto que estoy diciendo tiene sentido. Es una canción que apareció al final, aunque la melodía la tenía desde hace tiempo. Trabajé en ella bastante tiempo y no sabía si llegaría a incluirla. Fue la letra la que incluyó referencias a las otras canciones y por eso fue la última. Era como algo hacia lo que había estado trabajando desde hacía un tiempo.

 

 

 

 

 

 

Esta vez tocaste más instrumentos y compusiste con el piano, un instrumento que aprendiste a tocar muy joven pero que hace tiempo no usabas. ¿Tenías la intención de forzarte a escribir de forma diferente, lo veías como un reto?

– Grabé con sintetizadores, pero quería que sonasen muy humanos. Quería probar también con otros instrumentos, ya que te coloca tu mente en una posición distinta cuando utilizas parámetros distintos a los que estás acostumbrada. Puede ser inspirador. De todas formas, al final sigo siendo yo. Pasé tanto tiempo alejada del piano que fue algo complicado volver a él. No me daba cuenta de lo mucho que lo echaba de menos. Fue bueno, porque así no se trató de una rutina.

 

En “I Can’t Be You” tocas el charango, aunque de una forma inusual, nada tradicional.

– La verdad es que toco muy mal el instrumento. En la Universidad tuve cursos de español y clases de literatura latinoamericana y española, de poesía. Conocía a un instrumentista que tocaba el charango, así que compré uno y estoy aprendiendo poco a poco el método tradicional, aunque al componer lo hice a mi manera.

 

La portada del disco recuerda a Chelsea Girls de Nico.

– Desde luego, y lo he hecho intencionadamente. Aunque no tenía un caballo y no lo he puesto en la portada, ja, ja. Me gusta la voz de Nico. En su caso, su forma de cantar fue muy inspiradora, y volvía una y otra vez a su disco, así que quería rendirle una especie de tributo.

 

Estuviste recientemente de gira con Jim James. ¿Cómo fue?

– Hicimos varios conciertos juntos en los Estados Unidos. Siempre le he seguido porque es un asombroso cantante y compositor que cambia con cada disco. Fue increíble verlo actuar y también aproveché para pedirle algo de consejo.

 

Has estado mucho de gira últimamente. ¿Ha cambiado tu forma de enfrentarte a la composición o a la forma de tocar?

– Me ha dado bastante confianza. Ya no me cuestiono tanto. En directo dependes de la reacción de la gente en el recinto en el que toques, que es lo que lo hace interesante, mientras que el estudio estás atada a una única interpretación. Por eso puede que siempre vaya buscando algo que se parezca más al directo.

 

Te vi en directo en el Festival Voces Femeninas Festival hace tres años. ¿Cómo lo recuerdas?

            – Me lo pasé genial en ese festival. Fue el principio de una larga y hermosa amistad con los promotores. Fue un festival mágico. Son gente extraordinaria. No puedo dar más que gracias por haberme invitado a ir.

 

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