BANGOR

Bangor, poema de invierno

 

  

 

 

 

 

María do Cebreiro ha publicado, como poetisa, varios libros, el último de ellos muy relacionado con este proyecto (Non son de aquí, que ha sido traducido al inglés como I Am Not from Here, en Shearsman Books). Varios de sus poemas tienen su origen en una estancia que tuvo lugar en la ciudad de Bangor (Gales) -donde vive el otro componente de este dúo, David Miranda- en el mes de marzo de 2008, y a donde fue invitada por Helena Miguélez Carballeira, responsable del Centro de Estudios Gallegos de Gales.

 

 

Por su parte, David fue miembro de Nouvelle Cuisine desde que se formó en 2001 hasta 2009. Desde 2005 vive en el País de Gales, con lo que llegó un momento en el que empezó a ser muy complicado compaginar sus obligaciones profesionales con la actividad del grupo, aunque sigue considerándome ‘miembro honorario’, “si mis compañeros me lo permiten”, según dice. En 2010 publicó un EP bajo el nombre de The Cripple and the Tramp, un proyecto personal que ha seguido desarrollando paralelamente a Bangor, y para el que está preparando un nuevo grupo de canciones que, suponemos, pronto verán la luz.

 

Ahora, en conjunto, editan desde A Regueifa su primer disco en común como Bangor, Lembrarás este cuarto.

 

 

¿Cuándo os decidís por hacer un dúo para grabar estas canciones?

– María do Cebreiro (MdC): Fue un proceso muy fluido, que surgió de manera casi casual. David había contactado conmigo por correo electrónico para adaptar y musicar algunos poemas. Cuando viajé a Gales, quedamos en su casa para escuchar lo que había estado probando. Las canciones me sonaron tan cercanas que me atreví a cantar algunas líneas y a probar voces de un modo intuitivo, como si fuese un juego. A David le gustó y decidimos incorporar mi voz al proyecto.

– David Miranda (DM): En 2007 se me ocurrió la idea de adaptar musicalmente poemas en diferentes lenguas peninsulares y me puse en contacto con María y también con un joven poeta vasco y amigo, Ángel Erro. Ambos fueron muy generosos desde el principio, me enviaron varios poemas y me dieron libertad absoluta para trabajar con ellos. Pronto me di cuenta que sería muy difícil adaptar los poemas de Ángel por las dificultades que me planteaba el idioma (aunque él se ofreció a ayudarme con la pronunciación), y la idea original fue evolucionando hacia el proyecto actual. La visita de María a Bangor fue el detonante definitivo. Desde la primera vez que cantamos juntos todo fluyó con mucha naturalidad, y la voz de María conectó tan bien con las canciones que no creo que ni siquiera nos planteáramos seguir adelante con el proyecto de una manera diferente.  

 

¿Tuvo que ver en ello la estancia de María en la Universidad de Bangor, Gales?

– MdC: Tuvo que ver no solo por lo que ya he comentado, sino porque dimos nuestros primeros conciertos como dúo durante ese mes. Nos animó muchísimo constatar que, a pesar de la distancia idiomática, la gente que nos escuchaba lo hacía de un modo muy entusiasta.

– DM: Gracias a que el Centro de Estudos Galegos en Gales incorporó nuestros conciertos a la lista de actividades preparadas para la estancia de María, pudimos llevar las canciones por primera vez al directo y comprobar la reacción de gente de orígenes muy variados, del Reino Unido, Estados Unidos y también de Galicia. Además de la suerte de poder contar con tiempo para probar cosas y ensayar, la reacción de la gente que nos escuchó en Bangor nos dio la confianza suficiente para pensar en grabar un disco. De hecho, algunas personas así nos lo dijeron directamente: querían que las canciones que habían escuchado quedaran reflejadas en una grabación. Por cierto, en el primer concierto contamos con la participación de un amigo, Lorenzo Luzzani, que tocó la guitarra con nosotros.

 

¿Cómo llegáis a la colaboración? ¿David leyó los poemas de María? ¿María quería grabar sus poemas?

– MdC: Al principio me generaba dudas la idea de poner música a los poemas. Para mí, la poesía, cuanto más silenciosa mejor. Sin ánimo de generalizar, tenía en mi mente precedentes de poetas que habían sido musicados de un modo algo cursi o engolado. Al mismo tiempo, confiaba plenamente en el trabajo de David y esa confianza me hizo delegar absolutamente en su criterio. Me producía mucha curiosidad saber por qué le habían interesado mis poemas. Desde el principio le pedí que tratase los textos con plena libertad, cambiando todo lo que juzgase necesario, pues entendía que para que pudiesen convertirse en canciones en ocasiones tendría que deshacer las costuras del poema. Los poemas ya tenían una vida impresa, ahora les tocaba vivir de un modo diferente, y tenía claro que en ese proceso él tenía la última palabra.

– DM: La poesía de María me cautivó mucho antes de que ni siquiera se me pasase por la cabeza la osadía de trasladar algunos de sus poemas a un formato musical. Es curioso que María mencione la tendencia de musicar poemas de un modo un tanto afectado, porque desde el primer momento esa fue una dirección que conscientemente traté de evitar. Me interesaba explorar la posibilidad de llevar la poesía a una vertiente más pop, más próxima al tipo de música que me gusta y que había hecho hasta entonces. Como también comenta María, eso implicó deshilachar algunos versos, e incluso combinar estrofas de diferentes poemas, para adaptarlos a la estructura y la melodía de la canción. En otras ocasiones, apenas hice modificaciones, ya que me pareció que el poema original podía funcionar muy bien como letra de canción.  

 

¿Y la decisión de componer las canciones a partir de guitarras acústicas fue de David, dado que él es el responsable de las adaptaciones? ¿Por qué elegís este tratamiento?

– DM: Creo que se trató más que nada de seguir con el formato más natural, en el que tocamos las canciones por primera vez. La guitarra acústica era el recurso que tenía en ese momento, el que utilizamos tanto para dar forma a los temas en los ensayos, como para presentarlos en directo, así que para conservar esa naturalidad, la esencia de lo que hicimos en Gales, lo más normal era continuar por ese camino.

 

¿Cuál fue el modelo para la grabación de un disco en acústico con dos voces, una masculina, una femenina? ¿Algún disco en concreto, algún dúo de voces? ¿Escuchasteis a algunos artistas más que a otros?

– MdC: Hace años toqué el teclado y canté en un grupo en el que interpretábamos estándares de jazz. Cuando conocí a David, mi formación y mi gusto musical era muy distante de lo que pueda intuirse en este proyecto, así que mi papel fue dejarme llevar por lo que entendía que cada canción pedía de nuestras voces. Lo interesante es que gracias a David pude profundizar en el conocimiento de algunos músicos que me siguen acompañando. Quiero destacar, muy especialmente, al último Johnny Cash.

– DM: No seguimos un modelo concreto, o al menos no conscientemente. Sí es cierto, por otra parte, que en esa época estaba escuchando mucho los discos de Johnny Cash producidos por Rick Rubin que María menciona, y me interesaba la manera en la que muchas de esas canciones funcionan tan bien usando pocos elementos. Y supongo que mi devoción por músicos como Nick Drake y Bert Jansch también se coló por ahí. Pero, curiosamente, creo que no nos fijamos en ningún dueto masculino/femenino, ni siquiera en el dúo Johnny Cash/June Carter.

 

En el caso de David, hay bastantes distancia con Nouvelle Cuisine y The Cripple and the Tramp. ¿Es porque te gustan cosas diferentes, porque cada proyecto requiere un tratamiento distinto o por otra cuestión?

– DM: Cuando estaba adaptando los poemas de María no tenía ninguna consciencia de estar apartándome de la forma de hacer canciones que tenía hasta entonces en Nouvelle Cuisine, aunque sí que lo haya hecho, probablemente de una manera inconsciente. A lo mejor se trata más de la forma de usar los recursos que tengo a mano, como comentaba. En el caso de The Cripple and the Tramp sí que hay una intención de estilo más evidente, pero pienso que también tiene que ver con el hecho de que son canciones que desde un primer momento fueron pensadas para tener un formato acústico. Y sin duda la experiencia con Bangor fue decisiva para que decidiese experimentar con las posibilidades de un sonido más desnudo.

 

¿Cómo se enfrentó María a la adaptación musical de sus textos? ¿Cómo se encontró al escuchar su voz cantando? ¿Fue complicado para ella?

– MdC: Siempre es extraño escucharse y la voz cantada difiere mucho de la voz hablada, o de la voz que uno está acostumbrado a reconocer como ‘voz interior’ (que es la voz desde la que se escribe). Pero al mismo tiempo cantar para mí ha sido liberador, en lo que implica de ensayar una posibilidad diferente de comunicar a través de la voz.

 

¿Quién eligió los poemas?

– MdC: Creo que David llevó la voz cantante, aunque creo recordar que le hice también alguna sugerencia. 

– DM: Si no recuerdo mal, María me envió un grupo de poemas (creo que algunos de ellos por entonces inéditos, lo que fue un auténtico privilegio), y más tarde me fijé en alguno más. Recuerdo especialmente cuando María me sugirió el poema que musicalmente se convertiría en “A Dialéctica”: estábamos en un congreso, escuchando a un ponente. Ella escribió el poema de memoria, me lo pasó en un papel y me comentó que creía que podría convertirse en una canción. Para mí fue un momento muy emocionante y, por supuesto, conservo la hoja en plan fan. Por cierto, creo que éste es uno de los casos en los que la adaptación es muy fiel al original (si no completamente).

 

  

 

 

 

 

¿De qué tema quedasteis más contentos? ¿Alguna cosa que hubierais grabado de otra forma?

– MdC: A mí me gusta mucho “Poema de inverno” como canción y me encanta la interpretación de David en “Os pinos”. Cuando escucho mi voz en el disco, no puedo evitar fijarme en algunos tics que me incomodan, pero al mismo tiempo pienso que el valor que pueda tener mi presencia en él parte tal vez de esos pequeños fallos. Los dos estábamos de acuerdo en huir de ese concepto de lo acabado, de lo perfecto, para que el disco reflejara lo que había en él de camino a veces titubeante. Buscábamos un sonido muy artesano, poco producido. Queríamos que el disco permaneciera fiel al modo en el que había surgido y a esos primeros conciertos en los que estábamos buscando nuestra voz. 

– DM: “Poema de inverno” es posiblemente mi favorita. Fue una de las canciones que más juego nos dio a nivel vocal en los primeros ensayos. Y, de hecho, el poema en sí me sugiere ya la presencia de dos voces entrelazándose. También me gusta mucho “A xustiza”, con la voz de María en primer plano acompañada de pocos elementos. Inicialmente iba con dos voces, pero cuando llegamos a la mezcla nos dimos cuenta de que yo me había olvidado de grabar la mía, y creo que queda mejor así. Y respecto a la grabación en general, suscribo totalmente lo que dice María.

 

Las canciones parecen haber sido compuestas en 2008 porque se grabaron entonces, aunque tardasteis dos años en mezclarlas y unos cuantos meses más en editarlas. Tres años después de escribirlas, ¿cómo se ve el proyecto ahora que por fin está editado?

– MdC: El proceso se ralentizó porque los dos vivíamos en ciudades diferentes. Aprovechábamos las vacaciones para tomar decisiones conjuntas sobre los cambios que nos apetecía hacer sobre la primera grabación. En realidad, todo el camino posterior a la grabación fue de despojamiento, de ir avanzando hacia una mayor sencillez, prescindiendo al máximo de lo que considerábamos superfluo. Aunque largo, creo que el camino tuvo mucho sentido, y que el disco salió cuando realmente tenía que salir. 

– DM: Estoy de acuerdo. El hecho de que fuese un proceso tan dilatado nos permitió reflexionar sobre lo que queríamos hacer y la manera de llegar a esa idea, que no era la perfección, sino todo lo contrario, esa autenticidad que reside en las imperfecciones. Mirando hacia atrás, a lo que era el proyecto en sus orígenes, creo que nunca hubiera pensado en un resultado que me emocionase más al escucharlo.

 

¿Fue A Regueifa la primera opción -o, tal vez, la única- para la edición? ¿Es el mejor medio de publicación para un disco así hoy en día?

– MdC: No vivo ni aspiro a vivir de la música, y eso supone una gran libertad a la hora de pensar en el destino de cualquier trabajo. A la hora de hacer concesiones, prefiero hacerlas en aquello que me da de comer y no en aquello que hago, literalmente, por amor al arte (aquí incluyo también la poesía). Defiendo absolutamente la cultura libre y me parece excelente cualquier plataforma que posibilite una mayor difusión de la música o de cualquier expresión artística. 

– DM: Una vez más, totalmente de acuerdo. Previamente, habíamos considerado otras posibilidades, pero sacar el disco con A Regueifa era seguramente la opción más consecuente. Lo que queríamos desde un principio era compartir esta experiencia con cualquiera que quisiera escucharla, y una plataforma como A Regueifa cumple precisamente con ese objetivo. 

 

¿Adónde os gustaría llegar? ¿Qué repercusión os gustaría tener con este álbum?

– MdC: Por lo de pronto, siento que mi poesía ha llegado a lugares a donde nunca llegaría de no mediar este proyecto. Eso es algo por lo que siempre estaré agradecida a David.

– DM: ¡El agradecimiento es mutuo! Lógicamente, me gustaría simplemente que lo escuchase mucha gente y que le gustase, ¿pero no es eso a lo que aspira todo disco?

 

¿Hay prevista continuidad para este proyecto y en qué proyectos estáis ahora?

– MdC: Me encantaría seguir colaborando con David. Él ya ha puesto música a algún poema que no hemos incluido en este disco. Puedo decir incluso que haber colaborado con él ha cambiado mi manera de escribir. A veces estoy trabajando en un poema y llego a pensar en él en términos musicales.

– DM: Contar con María como letrista y cantante es un privilegio que a cualquiera le gustaría tener, y por supuesto, espero que podamos seguir colaborando y componiendo canciones juntos.  

 

Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota en relación con este proyecto?

– MdC: Recuerdo todo el proceso que rodeó el nacimiento del disco como algo muy cálido y muy divertido. Es difícil quedarnos con una sola anécdota, pero yo escogería las que derivan de los primeros conciertos en directo, en Gales. Especialmente, como he dicho antes, la emoción de las personas que se sentían cercanas al proyecto incluso sin entender lo que cantábamos. También me pareció muy interesante comprobar cómo cambia el sentido de las palabras según sean pensadas como parte de una canción o de un poema. Por ejemplo, la línea musical del estribillo de “Apelido” obliga a situar el énfasis en esa palabra, que se repite mucho sobre todo al final. Cuando en Gales probamos por primera vez la canción nos divertía ese subrayado un poco absurdo del término “apelido”, que no tenía gran relevancia para el significado del poema. Creíamos que al cantar el tema en directo, y debido al sentimiento que yo trataba de ponerle al asunto, los galeses creerían que una palabra tan impersonal como “apelido” era un concepto absolutamente trascendente (y romántico) en nuestro idioma. El poema que yo le había pasado a David se llamaba “Un amor”, pero enseguida comprendimos que la canción, por friki que a nosotros mismos nos resultase, finalmente tendría que llamarse “Apelido”.

– DM: Nos reímos mucho mientras ensayábamos esta canción; creo que alguna vez incluso tuvimos que interrumpir el ensayo. Lo pasamos muy bien.

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