THE BYRDS
The Byrds, después del final
¡Ay la Historia del Rock! Cualquiera se fía de ella, tan llena de verdades que todo el mundo da por hechas para no tener que pensar demasiado o investigar a fondo, como radicalmente reinventada para adaptarse al gusto actual. Que si el Elvis post mili era infumable, que si los discos de los Beach Boys tras “Pet Sounds” no había por donde cogerlos, que si de repente mola el heavy, que si aquel disco que nadie escuchó fue clave en el devenir de la música popular… Al final uno acaba construyéndose una “historia del rock”, así en minúscula, a su medida, a base de curiosidad y no pocas casualidades. Un servidor, hasta hace bien poco, exactamente hasta las reediciones en CD de hace cuatro o cinco años, tampoco se había preocupado por lo que le había pasado a los Byrds después de “Sweetheart of the Rodeo”, creyéndose a pies juntillas la versión oficial, la que aseguraba que se habían convertido en unos currantes a destajo del country rock sin pizca de genio. Como tantas otras veces la realidad era bien diferente, al menos para el que se acerque a tan denostados discos con el oído virgen y no espere otro “Younger Than Yesterday”.