ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 CORNERSHOP

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 CORNERSHOP

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 1997


Cornershop, funk hindú

 

 

Ya se les ha proyectado como la más arriesgada reconversión de los últimos tiempos. Algo así como pasar de pato a cisne sin perder la compostura. Y tienen razón. Cornershop eran en el 92, cuando aparecieron como los nuevos chicos guerrilleros-en-contra-del-sistema, la última banda de la que alguien podría pensar algo así.

 

Ahora han unido sus fuerzas con The Automator, respetados en el mundo dance y productores de Dr. Octagon, y han conseguido las adecuadas vibraciones hip-hop. El resultado, When I Was Born For The 7th Time, un disco que no suena para nada como una panda de marionetas desorientadas intentando encontrar la salida del laberinto. Todo lo contrario: Tjinder Singh, cuya banda de adictos a la rock de guitarras blanco siempre representó la victoria de la incapacidad sobre la ambición -en una época en la que la música independiente estaba encerrada en su coto y a los Djs sólo se quería colgarlos-, ha encontrado el funk y la razón de ser. ¿Quién lo hubiera pensado?

 

 

Es fácil ser cínico en un mundo en el que cualquier cosa recibe un tratamiento de remezcla dance de 12 pulgadas y las reinvenciones comerciales sin sustancia son el pan nuestro de cada día, incluso si, como en el caso de Everything But The Girl, tienen sentido y funcionan. Pero la reconversión de Cornershop desde la guerrilla eléctrica hasta las pistas de baile concienciadas ha sido gradual: comenzó con los sitares repetitivos de "Jullandar Shere" en el 95 y se hizo realidad con el saltarín "Butter The Soul", ahora incluido en su nuevo disco.

 

"Sleep On The Left Side" se agita alegremente entre su dulce acordeón y la misteriosa orden de "mantén la mano de la espada libre". En "Funky Days Are Back Again" muchos han querido ver un mensaje de bienvenida al nuevo gobierno laborista británico -si estos fueran lo suficientemente listos lo convertirían en el himno de cualquiera de sus campañas-.

 

"Brimful Of Asha" te agarra de tal forma que uno se puede sorprender entonando las partes cantadas en punjabi, el idioma indio de Tjinder. "Good To Be On The Road Back Home Again" incorpora a Paula Frazer como si fuera Nancy Sinatra, para enfrentarse a las voces de Tjinder, en un inesperado giro country de violines arrastrados. A Allen Ginsberg lo pillaron en la cocina de su casa de Nueva York para su colaboración en "When The Light Appears Boy". E incluso la versión sitar y en punjabi del "Norwegian Wood" de los Beatles debe ser escuchada para ser creída. Éste es un disco que se aferrará a tu alma y no dejará tus pies en paz.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 CORCOBADO

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 CORCOBADO

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ARTÍCULOS 1997


Corcobado, nuestro cáncer

 

 

El esplendor del pop estatal de los 80 ha dejado un buen puñado de cadáveres en el armario. Y también otros tipos de vida más larga, los inclasificables, como los que pululan por ahí fuera. Nuestro Tom Waits, nuestro Leonard Cohen, nuestra P J Harvey, nuestro Nick Cave se llama Javier Corcobado. Una actitud mantenida durante todos aquellos años, sin fruto alguno. Con unos comienzos vanguardistas y experimentales, a la cabeza de bandas como Mar Otra Vez, 429 Engaños o Demonios Tus Ojos. Mientras toda la ‘movida’ se cubría de gloria y dinero, Corcobado vivía al límite, dando todos los pasos que se supone no ayudan a salir del malditismo.

 

La aventura en solitario comenzó con Agrio beso en el 89 y continuó con bandas de nombre tan sugerente como Los Chatarreros de Sangre y Cielo y Cría Cuervos, en este último caso únicamente para la aventura de los Boleros enfermos de amor, Vol. 1. Corcobado también publica libros. El primero, Chatarra de sangre y cielo, apareció en el 91 y el segundo coincide con la edición de su último disco: las vivencias de un drogadicto aficionado al peyote, el tequila y la heroína componen El sudor de la pistola 13.

 

Ha creado escuela. La mayoría de los que han grabado para el sello Triquinoise y otras pequeñas discográficas independientes le deben gran parte de su existencia -713avo Amor, Hermano Cerdo o Vírgenes Adolescentes-. El propio José Luis Moreno Ruiz, otro poeta que ahora edita sus primeras grabaciones, cuenta con el impulso del propio Corcobado. Gran parte de la culpa la tienen sus músicos, que le han acompañado siempre, tejiendo una red de sonidos duros y manteniéndose alejados del resto de los grupos. Los fieles Chatarreros son: Justo Bagüeste -saxo-, Javier Arnal -guitarras y acordeón-, Nacho Laguna -bajo- y Nacho Colís -batería-. Para su nuevo disco se han añadido a la formación Ana Díaz cantando y Susana Cáncer con los teclados.

 

El momento decisivo le llega ahora con su disco Arco iris de lágrimas, que presenta este jueves a partir de las once de la noche en el Dos de Copas. Los cambios pasan por la producción, con Suso Saiz detrás de la mesa, que se afana por volver más accesibles las canciones ‘tormento’ y por reforzar su lado más convencional, si es que existe.

 

Quien más ha puesto en el intento es el propio autor. Con su repertorio más variado: el ritmo de pasodoble en "Dientes de mezcal", las referencias a Nino Bravo en "Carta al cielo", la mezcla de Boney M., Killing Joke y Leonard Cohen en "Déjame ver tu lado débil", los boleros "Diamanda" y "Si tú no me quieres", el dueto al estilo Nancy Sintara y Lee Hazelwood en "Flores de lágrimas" y la vertiente más eléctrica de "Catorce" o "Yo seré tu cáncer".

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 CINCUENTONES

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ARTÍCULOS 1997


Aquellos maravillosos 50

 

  

A punto de acabar el siglo XX, el rock anda ya por su año cuarenta y tantos. Alguna de sus estrellas, de las que más brillan en su firmamento, han pasado ya la crisis de los veinte, la de los treinta, la de los cuarenta… (y entran ahora en la de los cincuenta! Mal año este 1.997 para algunos viejos rockeros, de esos que nunca mueren. Llegan a la cincuentena. Pero no te creas que les preocupa demasiado: viven cojonudamente de las rentas, la industria les permite grabar los discos que les da la gana, se les venera como dioses y alguno hasta tendrá su homenaje este año.

 

            No hay problema. Desde sus casas en Suiza seguirán prepararando nuevos conciertos y nuevos discos, manteniendo bien vivo el espíritu rebelde del rock’n’roll. Mucho tienen aún que aprender los mocosos esos que empiezan a editar sus discos y así se lo seguirán demostrando, siempre que no haya que parar por alguna inoportuna visita a la clínica.

 

            Algunos ya han pasado por la experiencia, y no parece que eso les haya hecho dejarlo. Como es el caso de los más conocidos, los Beatles, los que viven, claro, empeñados en demostrar que sus maquetas merecen un hueco en la historia y que ponerle música a bocetos de John Lennon es una idea de la leche. O los Stones, preparando nueva gira para poder morir con las botas puestas –(si hasta se reúnen los Sex Pistols, tío!- y batir el récord Guiness de ganancias por dar la vuelta al mundo desde los estadios. En meses precedentes llegaron también a tan estupenda edad Van Morrison, Neil Young, Robert Fripp, John Fogerty, mano-lenta Eric Clapton, Donovan, la recauchutada Cher o la viuda Patti Smith.

 

 

            Vayamos ya con los que cumplen años en este 1997. Quien se lleva siempre el gato al agua es el camaleón David Bowie, que celebra su cumpleaños entre homenajes y nuevas biografías, al lado de la bella Omán y viendo cómo lo mejor de su producción es saqueado impunemente, y con el beneplácito de todos, por unos mozalbetes llamados Suede. Ya avisó Mick Jagger: "no se puede llevar un par de zapatos nuevos en presencia de Bowie, porque te roba la idea", y Bowie hace honor a su fama con lo que nos preparó, todo sin quitarse el guardapolvos que paseó por el Doctor Music Festival. Primero, colaborando con los Pet Shop Boys; luego, poniendo sonidos jungle en su nuevo disco; y, por último, ayudando a Brian Eno a que le acabe su trilogía futurista antes de final de siglo. Si para entonces se ha convertido en Nathan Adler, su sosías en Outside, o sigue siendo el mismo es algo que está por ver.

 

 

            El bestia de su amigo, Iggy Pop, también está de fiesta. Aunque seguramente la haya celebrado de concierto en concierto, por los escenarios de varios continentes. Todos los que organizan festivales saben que no hay nada como el torso desnudo de la Iguana para vender entradas y tener garantizados unos minutos en la tele, y el simpático Iggy Pop cumple cantando una vez más cualquiera de sus ¿éxitos? como si de un karaoke se tratara. Pone la misma entrega que si tuviera veinte años, o casi, que para eso está su hijo de roadie, esperando a colocarle la bata blanca y ayudarle en caso de desfallecimiento.

 

             Tampoco se libra Reinald Kenneth Dwight. )Qué quién es ese tipo? El del peluquín, hombre. Elton John, que, tal y como se podía augurar, colocó de nuevo para el mercado navideño del 97, a modo de celebración, un nuevo disco de baladas con piano. La novedad, este año, tuvo como excusa la muerte de alguien de la realeza para poner una canción suya en la otra cara del single de homenaje y convertirlo en el más vendido de todos los tiempos. (Qué brillante! )No?

 

            Vamos ahora con los pesos pesados. El primero es el Bonnie Tyler masculino, más conocido como Meat Loaf -cacho carne-. En su caso, lo más lógico sería darle un aire melodramático a tan señalado acontecimiento, colaborando de nuevo con su pareja artística Jim Steiner y pegando los gritos de rigor, aunque ya lo haya hecho antes sin tener nada que celebrar. A modo de saga cinematográfica podría reaparecer con la tercera entrega del Murciélago salido del infiernoBat Out Of Hell– y no por ello el mundo tendría que reprochárselo.

 

            En el caso de Ian Anderson, de los añejos Jethro Tull, eso parece más impensable, pero cualquier día saca la flauta del empolvado estuche en el que la pasea por medio mundo, al tiempo que visita piscifactorías, ya que es un reputado empresario del sector, y nos entrega un segundo Thick As A Brick. Recuerda que ya tuvimos unas segundas Tubular Bells -y pronto unas terceras-, o sea que no tiene que ser tan complicado. Más difícil sería pensar en la reconciliación de Roger Waters y David Gilmour, los dos de cumpleaños, y hace un tiempo compañeros en Pink Floyd. Si se deciden a amenizarnos con algo algún día, lo más seguro es que nos eviten verles las caras, por eso de las arrugas, y así no tengamos que pasar el mal trago de ver lo mucho que disfrutan con su rock sinfónico de fin de siglo.

 

 

            Algunos no lo tienen tan claro. El héroe de la guitarra Brian May no encuentra su acorde desde que Freddie Mercury se fue. Seguro que aún queda alguna grabación inédita y así podría explicar otra vez la historia de Queen. Más difícil será ver al autor de "Morning Has Broken" sobre un escenario. Cat Stevens lleva retirado muchos años, convertido al Islam, pero siempre puede hacer una reaparición sorpresa para reafirmar los principios fundamentalistas islámicos, tal y como hizo hace un par de temporadas.

 

            Algo similar sucede con Santana, que aparece de vez en cuando… acompañando al setentón John Lee Hooker. De todas formas, aunque no haya grabaciones nuevas del latino y viva de las recopilaciones, grupos como Girasoules hacen todo lo que está en sus manos -y en sus guitarras- para que no nos olvidemos de él. Y Barry Gibb, con o sin sus hermanos Bee Gees, tendría en estas fechas una ocasión inmejorable para poner su sensacional falsete en ayudar a las carreras en solitario de los chicos de Take That.

 

            Marianne Faithful está refugiada de nuevo en la campiña irlandesa, un tanto al margen del circo rock, aunque las infidelidades su ex, el insaciable Mick Jagger, bien podrían servirle para añadir páginas a su autobiografía o como excusa para interpretar de nuevo "As Tears Go By" como si fuera propia.

 

            Nada de eso pueden hacer Ralf Hüttter, Florian Scheneider y Karl Bartos, los inventores del techno con Kraftwerk. Desde que se decidieron a cantar dos canciones en castellano en su último disco, Electric Caffe, no han podido grabar más. Así de exhaustos quedaron. Pero los maestros están al alcance de cualquiera que pueda pagarles unos duros. Bernard Summer y Johnny Marr le han hecho un hueco a Karl en el segundo disco de Electronic, así que, a falta de alguien que pague mejor, no deja de ser una salida digna.

 

 

            Quedan para el final los segundones. Ésos que da igual lo que hagan porque nunca han tenido el más mínimo éxito. Warren Zevon sigue cantando, a sus 50 años, a los "Hombres-lobo de Londres", esperando que sus amigos de REM quieran aprender algo más de él en una nueva entrega de Hindu Love Gods. Ry Cooder vive de tocar en los discos de todo el mundo, incluyendo a Carlos Núñez e incluso Luz, siempre que necesiten un mercenario de lujo, y de aliarse con amigos cubanos, que bien le pueden costar una sentencia en prisión en su país. Y Dave Davies, irreconciliable con su hermano Ray y los Kinks, debería empezar a pensar en volver al redil familiar. No le queda demasiado tiempo.

 

            Y si creías que el punk era algo joven, te falta por saber que su inventor, Malcom McLaren, también quemó en el 97 sus 50 años. Eso sí, en su caso puede que cualquier día nos descubra el flamenco a ritmo dance o cualquier otra de sus genialidades. )Quién dice que la edad le impide seguir haciendo el mono?

 

 

Los que no llegaron a la cita

 

            Puede que por eso su leyenda siga intacta. Algunos de los auténticos pioneros han dejado su huella en la historia del rock pero, por diversas causas, no han llegado hasta el 97. En este año hubieran cumplido 50 años, y algunos de los que si han tenido esa suerte pactarían con el diablo o darían toda su carrera por gozar del respeto que tienen los que ahora siguen. Vamos allá.

 

 

            Muy pocos recuerdan a Gram Parsons, pero el fue el auténtico renovador del country  e inventor del country-rock, comandando los Byrds y los Flying Burrito Brothers. Sus dos únicos discos en solitario G.P. y Griveous Angel son reivindicados una y otra vez desde entonces. Apareció muerto en el 73 en un desierto cercano a Los Ángeles, con restos en su sangre de morfina, cocaína y alcohol. Su amigo Phil Kaufman robó su féretro días después y quemó sus restos junto al Joshua Tree, el mismo que dio título a aquel disco de U2.

 

            Tim Buckley no lo contará tampoco, pero al menos tiene la suerte de ver como su hijo Jeff Buckley es el más digno de los herederos de los músicos rock del pasado. Su intensa voz, al servicio de canciones folk sensibles y atormentadas, hacía prever lo que sucedió. Después del fracaso artístico fue taxista, conductor para Sly Stone y acabó muriendo en el 75 después de confundir una dosis de cocaína con heroína.

 

 

            Marc Bolan estaba más en la onda del espectáculo, al menos con su época glam al frente de T. Rex. Antes había editado interesantes discos en solitario con títulos tan increíbles como Mi gente era hermosa y tenía el cielo en el pelo, pero ahora son felices por llevar estrellas en la frente. Murió en el 77 cuando el coche que conducía su novia Gloria Jones se estrelló, pero sus guitarrazos siguen aún bien vivos en la memoria y los discos de muchos.

 

            Steve Marriot, al frente de los Small Faces, fue la imagen de los mods auténticos, frente a los reciclados Who que la adaptaron por indicación de su manager. Adeptos a las anfetaminas y al soul negro, pasaron del salvaje rhythm and blues al cabaret pop. Marriot murió en el 91, en un incendio en su casa mientras dormía una borrachera. Nadie es perfecto, que decía el otro.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 CAFÉ TACUBA

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 CAFÉ TACUBA

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ARTÍCULOS 1997


Café Tacuba, chilanga banda

 

 

Hace algún tiempo, exactamente cuatro años y algunos meses, se leía en algunos medios -sólo algunos-, ‘(Oiga usted a Café Tacuba!’, a raíz de la presentación del primer trabajo discográfico del grupo, Café Tacuba, en la ciudad de México.

 

A partir de ese momento, el recorrido que hasta entonces habían realizado en los foros subterráneos de su país de origen -México, por supuesto-, se convirtió en una impresionante aventura musical sin precedentes, consiguiendo paso a paso reconocimientos, logros y satisfacciones que transformaron en una realidad sueños delirantes.

 

De esta forma, Café Tacuba llega con paso firme hasta su siguiente álbum Re, en el cual logran plasmar en veinte canciones absolutamente iconoclastas su crecimiento proporcionado por las diversas giras y los cientos de elementos musicales y culturales incorporados a través de su filtro –tacubo– en un trabajo que se caracteriza por su absoluta falta de prejuicios y su total eclecticismo.

 

 

Montados en la vertiginosa carrera que ahora implica su apretada agenda de trabajo -y su agenda personal también-, Café Tacuba nos entrega su nuevo reto: Avalancha de éxitos. Por primera vez se atreven con las versiones, y no una, sino (ocho! La idea de realizar este trabajo surge a partir de la interpretación de alguna versión durante la última gira de la banda, en 1995; por eso la selección de los temas es diversa y desinhibida, al igual que su interpretación.

 

¿Y cuáles son esas versiones? "Chilanga banda" es un tributo a uno de los mejores compositores del rock en México, y un tema que rescata el caló, lenguaje popular, a través de un brillante juego fonético a base de ches. "No controles", un tema de Nacho Cano para Olé Olé, en clave disparatada, con la colaboración de David Byrne. "Ojalá que llueva café", del bonachón Juan Luis Guerra, con un arreglo de huapango que la vuelve casi irreconocible. "No me comprendes", homenaje al gran Bola de Nieve. "Cómo te extraño", de Leo Dan, con un toque orientado hacia el ska. "Perfidia", un clásico de la bohemia compuesto por el chiapaneco Alberto Domínguez, basado en la versión instrumental surf del grupo The Ventures. Y así hasta el infinito, que aquí es ocho. ¿Quién puede dudar que la regeneración del rock en castellano está en las bandas sudamericanas? 

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1995 VAN MORRISON

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ARTÍCULOS 1995


Van Morrison, en días como éstos

 

 

 

            No es que sea un tipo huraño. El negocio nunca ha ido con él. Aunque las discográficas tampoco tienen mucho que criticarle. No pueden vender su sonrisa -nunca la hubo- ni su imagen: sólo tienen su retrato con cuentagotas.

 

            En lo que realmente importa, su obra, no puede haber queja. Después de veinticinco discos, el balance es asombroso: su generoso abanico de sonidos condensa lo mejor de la música negra y las raíces irlandesas, afirmando una y otra vez su independencia y su intimidad frente a las redes y a las presiones de la industria y los medios de comunicación. Su palabra está en sus canciones, y cada disco es una demostración de como mantenerla intacta.

 

            La voz más negra del rock blanco, George Ivan Morrison, se encontró desde siempre en un mundo extraño, desde que nació en Belfast en 1945. Influenciado por el soul, el jazz y el rhythm & blues, es uno de los pocos artistas de rock que pueden exprimir el legado de un estilo personal y único, de notable influencia en los músicos de varias generaciones.

 

            Después de treinta años, el león de Belfast mantiene un rugido tan conmovedor como brillante, tanto en sus grabaciones como en sus apariciones en vivo, casi siempre tan imprevisibles como su carácter. Su singular voz es capaz de transmitir vibraciones sólo reconocibles en los cantantes de color.

 

            Sus orígenes musicales se remontan a los primeros años 60, pisando los escenarios antes de cumplir los quince años. Poco después formaba parte imprescindible de los legendarios Them, componiendo para ellos clásicos del rock como "Gloria", "Baby Please Don’t Go" o "Here Comes The Night".

 

            El mundo de las estrellas y los grupos de rock siempre le fue ajeno al irlandés errante. De ahí que el siguiente paso fuera tan lógico: enfrentarse sin acompañamiento a sus propios temores. En solitario llegaron un buen montón de discos, algunos tan imprescindibles como los dos primeros, Astral Weeks y Moondance, o el disco en directo del 73, It’s Too Late To Stop Now, uno de los trabajos en vivo más inquietantes que se puedan escuchar.

 

            Todo su repertorio puede ser visto como una unidad, resultado de un conglomerado de influencias: el mundo celta de sus antepasados, la expresividad del soul, el desarraigo de un mundo en descomposición y la inspiración de los poetas visionarios. Tan necesitado ha estado de encontrar un lugar propio que dio nombre a su propio mundo: Caledonia, un lugar imaginario donde dejar trazos de su tortuosa vida sentimental y de sus dudas espirituales, y que también sirvió par dar nombre a una de sus más famosas bandas de acompañamiento, la Caledonia Soul Orchestra.

 

            Desde el 89 no dejan de llover los clásicos: Avalon Sunset, Enlightment y el imprescindible doble álbum Hymns To The Silence, un apasionado recorrido por las calles y las emisoras de radio que fueron testigos de su adolescencia. A continuación hubo tiempo para el reencuentro con John Lee Hooker y el blues en Too Long In Exile y para un nuevo directo A Night In San Francisco. Incluso hizo un hueco el año pasado para supervisar su propio tributo, No Prima Donna.

 

 

            Days Like This es otra buena muestra de ese estilo único y de la continuidad de su obra en los 90. Esta vez la estabilidad sentimental se pregona desde la portada, al lado de la periodista Michelle Roca, su compañera desde el día en que se conocieron en una entrevista, y en viñetas soleadas como "Perfect Fit", "In The Afternoon" o el corte que le da título.

 

            En contrapartida, las dudas resurgen y oscurecen el tono, como en la dulce pero sombría "Underlying Depression" y en la triste "Melancholia". Entre los surcos también se puede rastrear la reafirmación frente a las dudas espirituales del pasado y la recuperación del gospel que acompañó parte del recorrido por los 80, como en "No Religion". Ray Charles tiene un nuevo homenaje en "You Don’t Know Me", un emocionado dueto de Van Morrison con su hija Shana. Y los clásicos son reincorporados al repertorio con la versión de "I’ll Never Be Free", una canción de los años 40.

 

            Puede que alguna de estas nuevas canciones se haya sumado ya a la interminable lista de canciones intemporales que llevan su firma. "Ancient Highway" parece ser aquí la se gana a pulso tal honor. Ocho minutos que envuelven una confesión espiritual sobre un excelso muro de misticismo celta: vientos desbocados, un órgano envolvente y coros casi celestiales.

 

Xavier Valiño
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