ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 SUPER FURRY ANIMALS

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 SUPER FURRY ANIMALS

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 1997


Los chiflados Super Furry Animals

 

 

Los cinco miembros de esta banda de Cardiff pasaron la mayor parte de los 80 en diversas bandas antes de formar en 1993 Super Furry Animals. Después de una breve encarnación como una imprevisible banda techno que giró por la zona de Bretaña, los Super Furry Animals terminaron metamorfoseándose en la banda que son actualmente, una de las más alocadas formaciones que existen y, a la vez, de las más interesantes.

 

 Después de años de estar escribiendo canciones y de perfeccionar su sonido, la banda fichó por el influyente sello de Cardiff, Ankst Records y editaron su ‘EP de concepto galés’ titulado  "LianfairpwllgogerChwymdrbwllysiliogoygoyocynygofd (In Space)", con la intención de ser inscritos en el Guiness con el título más largo de la historia, al menos con una única palabra.

 

Con aquel EP, y las ocasionales actuaciones de la banda en Londres, consiguieron algunas muestras de aprobación por parte de la prensa musical y llamaron la atención de Creation Records, el sello de Oasis, que se quedaron lo suficientemente impresionados como para ofrecerles la oportunidad de grabar unas maquetas con parte de su material de habla inglesa. Aquellas maquetas resultaron ser tan buenas que la compañía les ofreció, poco después, un contrato de larga duración, con una cláusula en la que quedaba bien claro que jamás tendrían que trabajar el día de San David, patrón de Gales.

 

 

Sus ambiciones las resumen así: "Hay un cantante de ópera llamado Bryn Terf (Tom Jones), hijo de un pastor, que esta jodiendo a lo largo y ancho del mundo y canta en alemán, italiano, inglés y en los más diversos idiomas, y todo el mundo en Gales esta orgulloso de él y nuestro propósito es hacer lo mismo y ganar el mismo respeto."

 

Fuzzy Logic, su debut, consigue su propósito. Además es ya un clásico del 96 por su variedad, el desparpajo y la falta absoluta de pretensiones, en un trabajo que pasa de la ELO a T Rex o de Steely Dan a Ike & Tina Turner con tal facilidad que asusta, siempre a ritmo de rock contagioso. "Queremos hacer discos que lleven la tecnología al límite. Queremos ser innovadores y destrozar las mentes de la gente. Haremos cosas diferentes. Queremos hacer cosas inesperadas que lleguen a ser brillantes, no cosas inesperadas que sean una mierda. Al final del día somos compositores de canciones y queremos encontrar los caminos más ingeniosos para presentar esas canciones. Queremos hacer los mejores discos que podamos, simplemente porque a la larga eso puede ser tan beneficioso para nosotros como para los demás."

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 STINA NORDENSTAM

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 STINA NORDENSTAM

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Stina Nordenstam, ¿fragilidad sueca?

 

 

Que si los Cardigans, que si los Wannadies… Puede que, además de las bandas que hace un lustro atacaban el rock a ritmo de garage, pudiésemos acabar pensando que en Suecia todos tienen un especial gusto por la melodía pop. Stina Nordenstam también, pero lo suyo es bastante más frágil.

 

Hace ahora tres años se editaba Memories Of A Colour, el primer disco de la sueca morena que naciera hace 26 años en Estocolmo, en el que canciones como "He Watches Her From Behind" y "The Return Of Alan Bean" consiguieron que sobresaliera entre sus compañeras de generación. La siguiente primavera hizo brotar de nuevo su emotividad, demostrando otra vez que las frías latitudes de Escandinavia no logran congelar la sensibilidad, aunque lo persigan sin querer. And She Closed Her Eyes fue un disco más intimista que su predecesor. Como en el anterior, los acompañamientos eran básicos y sin bordados, con las voces en un segundo plano adornando los temas.

 

Siempre canta sobre lo que hay dentro de ella y cuando lo hace parece reunir el silencio a su alrededor, de manera que resulta imposible no escuchar sus palabras. Cuando las cuerdas de su guitarra dejan de sonar, ella simplemente continúa con su voz como si hubiera acordes con agujeros en el medio. Placidez, sosiego, quietud, calma y apacible son algunas de las palabras que acuden a la mente al escuchar esos dos discos.

 

 

Pero sólo hasta ahora. Mientras sus dos discos anteriores eran cuestión de belleza y fragilidad atemporal, Dynamite consigue que el secreto mejor guardado de Suecia se una a la modernidad a través de una conseguida deformación disonante del trip-hop de baja fidelidad. En lugar del acostumbrado telón de fondo, suave y acústico, Stina Nordenstam ahora solloza desolada sobre campanitas de reloj, retorcidos arreglos de jazz-hop y pinceladas de metal tocadas a media velocidad por  gnomos de alguna singular especie de árbol nórdico. Se trata de una progresión valiente, pero también profundamente extraña.

 

La sueca solitaria se enorgullece de su temblorosa voz de ángel traumatizado -pensemos en una Björk cargada de ácido-, así que enfrentarla a los sonidos metálicos y ruidosos de "Under Your Command" o "Mary Bell" es un juego que sólo funciona algunas veces. Aunque el auténtico hallazgo es que el ropaje sónico que se ha buscado parece haber hecho aflorar aún más su instinto innato para escribir melodías memorables. Una gema imperfecta.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 STEREOLAB

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Stereolab, pop envenenado

 

 

Poco a poco, a través de sus ocho discos anteriores, los principios inmovilistas, neo-marxistas y revisionistas de Stereolab han ido cediendo ante la influencia perniciosa del pop occidental. En Dots And Loops los arreglos lustrosos y las armonías veraniegas han acabado por apropiarse del terreno que casi tenían vedado.

 

Tampoco es que se hayan convertido en un Jamiroquai cualquiera. Han ido progresando lateralmente, incorporando un sonido más completo y muchos y diversos colaboradores a su caldero. Tanto que este noveno artefacto –(en seis años!- suena más accesible y arriesgado que Emperor Tomato Ketchup, mostrando que han aprendido también a reducir las diferencias entre sus momentos de pop perfecto y los experimentos hechos por pura diversión, tanto que en ocasiones es difícil separarlos.

 

Parte de la culpa la tienen los co-productores Mouse On Mars, que le han dado al disco un sonido orgánico y ligero de jungle ambiental, sin que se resienta la marca de estilo de la casa. Los ritmos de las máquinas han sido colocados de una forma sutil e inteligente. Como, por ejemplo, en "Prisoner Of Mars", una cancioncilla al estilo de Astrud Gilberto que a veces toma impulso para mostrar una base techno-rumba. O el paseo soleado de "Parsec", que pasa de ser una alegre samba al drum’n’bass, y vuelta a empezar.

 

 

Pero la verdadera pieza central es la épica "Refractions In The Plastic Pulse", con sus 17 minutos, en la que hacen honor a su legado experimental apilando todas sus urgencias más salvajes en un único monolito de bronca sonora. Y eso implica que quedan libres para ir directos a las joyas pop. Así, Dots And Loops se convierte en el más coherente, consistente y directamente accesible de sus trabajos. Y el más pop hasta el momento.

 

Por supuesto que ya tenían varias gemas pop, pero siempre mediante intentos construidos con cautelosa distancia y dulce subversión. Ahora, una vez superados ciertos prejuicios, Stereolab han creado una obra tropical, intoxicante y de sangre caliente. Lo que para ellos significa 20 años de trabajos forzados en un campo de concentración. Aunque para nosotros es, simplemente, su mejor disco.

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 SPIRITUALIZED

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Spiritualized, cimas astrales

 

 

(Ese sonido que se escucha a lo largo de los 69 minutos de Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space! Sí, algo así como el sonido de un Brian Wilson joven con sus alucinaciones. ¿Qué es? Pues ni más ni menos que un grupo dispuesto a explorar los abismos más profundos y oscuros del vudú de Nueva Orleans, usando orquestas de jazz cósmicas y coros gospel.

 

Volvamos a la realidad por un momento -y hace falta echarse cubos de agua por toda la cara-. Porque Spiritualized, tal y como te dirán los que están enganchados en el mundo de Jason Pierce desde las andanzas de Spacemen 3 en busca de la prescripción ideal, están tan inclinados hacia las sustancias farmacéuticas que es fácil dejarse llevar por el gran número de conceptos que te lanzan desde sus discos.

 

Una vez claro esto, el álbum. Ya casi con dos años (el bueno de Jason se ha tirado 18 meses vagando por el mundo buscando la mezcla perfecta) y con 58 músicos en nómina, es, simplemente, una hazaña de dimensiones sísmicas. La obra de un hombre que, después de asimilar un abanico exagerado de influencias -de Frank Zappa a Sly Stone, por supuesto, pero también cualquier otra desde Elvis hasta Captain Beefheart, pasando por la última banda alternativa que puedas pensar-, ha conseguido crear un estruendo totalmente nuevo desde las ruinas.

 

 

Y de ruinas es de lo que habla todo el disco: el sonido de una relación no tanto en su momento más bajo sino completamente destrozada. Para ser francos, se trata de escuchar los diarios más privados de su autor convertidos en música. Los nombres reales y los sucesos son irrelevantes (aunque la teclista Kate Radley tiene algo que ver); es el dolor causado lo que importa.

 

La frase que lo abre lo dice todo -"lo que necesito es un poco de amor que se lleve el dolor"-, agitándose como una nana desde las puertas de la redención. El ánimo del disco queda fijado. El amor es la ley y, después de perderlo, nada que no sea el olvido que proporcionan las drogas puede evitar el dolor.

 

En el momento en que uno sale del analgésico gospel "Cool Waves" y de la demoledora colaboración con Dr. John de 16 minutos "Cop Shoot Cop", queda plenamente convencido de que, si existieran las catedrales sónicas, entonces Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space sería todas las que hay en Europa fundidas en una sola.

 

Jason Pierce, amante despechado  y alquimista sónico, ha creado su obra maestra definitiva, eso es todo, y si quieres una parte de su genio ciego todo lo que tienes que hacer es encender uno largo, muy largo y dejarte mecer por él…

 

Xavier Valiño

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 RUIDO, EL ESTADO DE LA ESCENA ESTATAL

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1997 RUIDO, EL ESTADO DE LA ESCENA ESTATAL

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¿Mucho Ruido? y pocas nueces?

 

El verdadero estado del pop estatal

 

 

Por supuesto que una compañía tiene todo el derecho a exprimir su catálogo -y parte del de otros afines-  e intentar sacar el máximo rendimiento a su inversión. Máxime tiendo en cuenta que ese sello está siendo el único de los grandes mínimamente preocupado por dar cancha a la creatividad y a las últimas tendencias. Ruido?, ya en su segundo capítulo, el recopilatorio de parte de las bandas más representativas de los últimos meses, es su apuesta y su inversión, así como nuestra excusa para hacer balance de una escena ¿asentada? 

Les intentan colocar la denominación genérica de ‘tercera generación del pop estatal’ y, a fuerza de aceptarlo, van a tener que acabar creyéndoselo. Los lejanos albores de los 60 y la explosión sin precedentes de los primeros 80 les contemplan, aunque tal vez la rebeldía juvenil que se les supone les impida aprender de tal ejemplo o aceptar como propias algunas influencias evidentes y retenidas en el subconsciente -tan sólo Los Planetas, en un extraño alarde de sinceridad, han dejado caer sin demasiada convicción nombres como Mamá-.

Si asumimos a los repescados de la segunda época, su carta de nacimiento estaría fechada en la segunda mitad de los años 80. Precursores aún en activo como  Los Enenmigos, Javier Corcobado o Surfin’ Bichos -estos últimos ahora escindidos  en dos de las propuestas recientes más solventes: Mercromina y Chucho- se adelantaron a su tiempo fijando las bases principales de lo que vendrían a significar sus acólitos en los 90. 

Su principal preocupación es no socavar una serie de principios casi dogmáticos, reducidos a un sólo término: credibilidad. Las garras de las grandes empresas no se han afilado todavía en exceso, pero, ¿cómo hacerlo frente a bandas que nacen todas en la independencia más combativa? Por suerte, hasta ahora han preferido apostar por la opción minoritaria y sin recompensas claras, a base de discos de corta edición, giras vividas desde la furgoneta y pequeñas glosas en los medios especializados.

 

 

Lagartija Nick abrieron el camino del asalto a la multinacional, puede que quemándose en el empeño -y en el de su evidente carga intelectual-, y tan sólo Los Planetas consiguieron ir tras su estela manteniendo su fiel audiencia sin perder un ápice de la tan estimada credibilidad. Los Enemigos son caso aparte, por ser los más veteranos y haber vivido en sus carnes el continuo salto de compañía en compañía.

 

De eso se trata: contar con apoyo y distribución mayoritarias, con las mínimas renuncias y manteniendo el control sobre el producto final. La última avanzadilla ha conseguido lo más difícil: retener la supervisión sobre su trabajo con ediciones independientes y conseguir toda la promoción y el respaldo de la misma compañía multinacional, reservándose ésta un futuro fichaje si llegan a una mínima cantidad de ventas. Por ese camino transitan ya Australian Blonde, Penélope Trip, Nosoträsh, Corn Flakes y El Niño Gusano. De su suerte depende la continuidad y las futuras incorporaciones al modelo.

 

Dentro de esa aparente vocación de marginalidad, y siempre que asimilemos que todo lo que no se cuenta en miles de unidades queda reducido a una mínima repercusión, el idioma parece ser el otro elemento definitivo y el más insalvable, aunque no debería dejar de ser considerado algo accesorio. En una manifestación cultural que tiene al inglés como idioma mayoritario, lo cierto es que parte de los posibles destinatarios no dejan de dar la espalda a quienes no se expresan en castellano.

 

Lo importante deberían ser las canciones, y Maddening Flames, Manta Ray o Australian Blonde las tienen y podrían competir en igualdad de condiciones con sus coetáneos de más allá de las fronteras. Es una lástima pensar que si utilizaran el castellano su suerte podría cambiar radicalmente. Pero ahí volveríamos al capítulo de renuncias que no entran en el guión y, hasta el momento, sólo Paperhouse o My Criminal Psycholovers se han atrevido a traicionar sus planteamientos iniciales.

 

Al menos se ha conseguido un circuito más o menos estable de locales de aforo reducido, receptivas a este tipo de grupos, un fenómeno que siempre ha estado ahí, sobreviviendo con mucha voluntad, aunque reducido a su mínima expresión. Puede que el Norte haya puesto sus señas más evidentes y el centro geográfico de la explosión se ha trasladado de Vigo a Gijón -cantera inagotable del noise en inglés- y Donostia -con su cantera más entrañable y dulce: Le Mans, Family, Daily Planet, El Joven Bryan Superstar, La Buena Vida-.

 

 

Ya no cabe tampoco la excusa de los medios. Sigue sin leerse prensa especializada, pero hoy, más que nunca, la escena tiende a infiltrarse en los medios generalistas, sobre todo los escritos. Y no es porque los grupos hayan tenido un arrebato lúcido y vayan solicitando su hueco, sino que los grandes imperios de la comunicación necesitan renovar su clientela y van directamente a la yugular de lo juvenil e impactante, mostrando en el diseño, por otra parte, su desorientación y desconocimiento.

 

Mientras unos se alían con el pasado tipo Byrds -Los Valendas, Cocrodiles, Pribata Idaho- otros hacen del noise profesión de fe -El Inquilino Comunista, Cancer Moon-, y ya hay quien ha derivado de este camino al otro -Parkinson DC-. Justo en el momento en que la mayoría empieza a comprender que el mimetismo con un sonido tipo Pixies-Sonic Youth ha sufrido un uso y abuso que llevaba sin remisión al callejón sin salida más lúgubre.

 

Falta ambición y ganas de traspasar el reducido ámbito que ha dado carácter a la escena. Oasis es un ejemplo tan evidente de la misma situación -aunque en otras latitudes- que parece mentira que nadie se haya decidido a seguirlo todavía. Tal y como están las cosas, Los Planetas son los únicos con las ideas lo suficientemente claras como para seguir ese modelo y salir triunfantes. Cuentan con el beneficio de la duda y la falta de competencia directa.

 

Xavier Valiño
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