ANI DIFRANCO

Ani DiFranco, el compromiso

 

         Aunque sólo tiene 26 años, Ani DiFranco lleva ya diez años grabando discos y girando por todo el mundo, controlando todos y cada uno de los aspectos de su carrera desde su Buffalo natal. Opera totalmente al margen de la industria americana, con una determinación y una convicción que ya quisieran para sí cualquiera de las luminarias del pop y rock que viven esclavos de sus contratos y que no hacen más que envidiarla. Ella sí que es un auténtico caso de cantante que se ha hecho a sí misma. A fuerza de labrarse una reputación intachable, ha conseguido un culto casi mayoritario en los USA que ahora se extiende como un reguero de pólvora.

 

En Little Plastic Castles, DiFranco se enfrenta a los demonios que siempre la han perseguido: el negocio musical, las agobiantes y poderosas fuerzas del mercado consumista y los amantes reacios o inadecuados. Y lo que se desprende a simple vista, una mujer sola enfrentada a las incongruencias de la vida moderna, es lo que Ani DiFranco siempre ha representado.

 

El corte que abre este Little Plastic Castles demuestra lo lejos que ha llegado después de todo este tiempo en lo que atañe a innovación y brillantez, a pesar de haber cambiado la temática habitual que inducía a todo el mundo a preguntarse si era o no una lesbiana por una mirada conscientemente más femenina: «…de la misma forma que mi lápiz de labios es una señal de mi mente decadente…que alguien llame a una mujer policía y que presente una denuncia».

 

«Fuel» es una arenga social y políticamente más directa, que golpea como una patada en la cara -«¿Quién será el próximo Presidente: Fulanito o Menganito?”-, aunque subrayada por un vicioso riff acústico. También puede ser tan dulce como Joni Mitchell si se lo propone, generalmente cuando quiere ser mordaz con sus amantes: «Lo que me fastidia de estas historias que cuentas es que realmente crees que son auténticas.»

 

Little Plastic Castles encierra una música tan emocional que las canciones adquieren una forma fascinante bajo su ardiente fuego. Ahí está «Pixie», el equivalente musical a caminar con los pies desnudos sobre un colchón de cristales rotos. O «Swandive», la transcripción sónica más acertada de una descarga de adrenalina. En sus canciones los arreglos ortodoxos se encuentran  con los insólitos dramas de sus sentimientos más personales. Antes lo fueron Joan Baez, Carly Simon, Joni Mitchell, Suzzane Vega, Michelle Shocked… Hoy por hoy, Ani DiFranco es el pasado, el presente y el futuro inmediato del folk-rock.

 

Xavier Valiño

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *