ANDRÉS CALAMARO: On The Rock

ANDRÉS CALAMARO: On The Rock (Warner)

 

 

Calamaro podría ser Rey si no fuera ciudadano de la República Mundial. Podría atesorar títulos merecidos, de los que disfrutaría  o se reiría según le diera la gana. Se habla mucho de su incontinencia, de su caprichoso ritmo laboral, de su costumbre de desplazarse a la velocidad de un torbellino sin respetar señales de tráfico ni convenciones comerciales. Pero se incide poco en una de sus principales facultades: la intuición.

 

Lo sabe. Él sabe cuando está cerca de su objetivo o lejos de gustarse a sí mismo. Y ahora no duda. Exuda convencimiento. Cree que está acariciando, rozando con la punta de sus dedos y de su lengua, llegar a la cima de una carrera que él ha sembrado de curvas y recovecos. La intuición sigue funcionando al mil por cien y le propulsa hacia un disco bautizado On The Rock.

 

Siguiendo su cruzada contra los integrismos, fundamentalismos, provincianismos y un enorme listado de ismos, acaba de construir una nueva colección de canciones en las que Calamaro es más Calamaro que nunca mostrando todas las caras de Calamaro. ¿Quieren homogeneidad de sonido y estructura, similitud conceptual y canciones que remitan a las siguientes canciones? Apunten su interés hacia otro sitio, amigos. Porque a Andrés eso no le interesa. Y ya saben lo que hace en ese caso.

 

Es el Rey del Veneno y lo administra sabiamente.  Lo inocula mezclado con flamenco en “Barcos”, junto a Diego ‘el Cigala’ y su admirado Niño Josele. Invita a el Langui a cantar en un salón eléctrico de terciopelo en “Te extraño”, a Bunbury a hacer lo propio para ilustrar una agria despedida a base de folk y advertencias en “Te solté la rienda”. Pisa el acelerador en “Flor de samurai”, “Gomontonera” o la crítica “El perro”, mostrando su cara más contundente. Reserva un espacio a “Tres marías” para que vuele el acordeón y otro a un ajuste de cuentas en toda regla, el perpetrado mano a mano con  Calle 13 en la gráfica “Insoportablemente cruel”. ¿Y el Calamaro que sabe leer entre líneas en los surcos de los discos de los mitos del rock, extrayendo inspiración y honestidad brutal, se preguntarán? Ese Calamaro, agazapado, aparece intercalado, cuando menos te lo esperas en “El pasodoble de los amigos ausentes”, “Todos se van”, “Los divinos” y la festiva “Me envenenaste”. Puro veneno para los adictos al buen rock, entendido como Andrés entiende el rock, naturalmente.

 

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