Sr. Chinarro

Sr. Chinarro, familia y madurez

 

 

Antonio Luque regresa a Mushroom Pillow tras la  autoedición de Perspectiva caballera (2016) y la licencia al sello del Primavera Sound (El Segell) de su anterior disco, El progreso (2016). Con ellos editó varios álbumes, entre ellos El fuego amigo, un punto de inflexión en una carrera que llega a los 18 álbumes. Asunción, su nuevo disco, alude tanto al nombre de su abuela como a asumir la madurez, con todas sus consecuencias.

 

EL GRUPO. «Empecé a tocar con Jaime, Mario y Mafo grabando El progreso. Tras dos años tocando juntos mi relación musical con ellos se ha enriquecido bastante y se nota en estas nuevas canciones de Asunción. Por ser más jóvenes que yo, y por el talento, la intuición y la energía que poseen, han sido una verdadera transfusión de sangre para Sr. Chinarro».

EL TÍTULO. «La palabra madurez genera rechazo, sobre todo en los jóvenes. Asumir qué es el mundo, qué arreglo tiene y, sobre todo, qué remedios no tiene, es madurar. Asumir que vamos a morir, que no somos nada, que la ciencia es la única metáfora -o sistema metafórico- que podemos más o menos compartir. También es el nombre de mi abuela, que murió hace un par de años, y vivía justo en el piso de arriba cuando yo era niño y subir ya era un conflicto a veces. La tranquilidad que da aceptar qué es todo esto (nacer y morir, las relaciones personales, las distancias insalvables, la monserga política…) me tranquiliza y me ayuda en mis fantasías extáticas».

 



LAS CANCIONES. «Estas son las diez canciones que han ganado la gran carrera de fondo que hacen los bocetos, los muchos bocetos que se van grabando en las notas del móvil prácticamente desde que se acaba de grabar el disco anterior. Muy parecido a cazar mariposas, atrapa uno melodías al vuelo y las va cantando al teléfono. Si hay gente delante tienes que disimular que tarareas algún sinsentido, como si estuvieras en una llamada en espera. De hecho las diez canciones son eso, diez llamadas en espera. Joder, este título también habría estado bien. En la misma línea mística de andar por casa».

LAS LETRAS. «Como cuando era delegado de clase de pelo corto, me sigue pareciendo más interesante dar clases de química que ir a manifestaciones de protesta. Sin embargo, en los ochenta, cuando el cojo Manteca, hice ambas cosas. Hay que probar y comprobar para saber de qué se habla. Me quedó una base científica para entender el mundo y, cuando la huelga o el ocio se imponían, una base alcohólica para tratar de olvidar lo que en el fondo el mundo es, para tratar de olvidar que la violencia siempre se impone. Lo siento por los gandhis del planeta, por todos mis compañeros, por mí primero. Esa contradicción entre expresión artística y entretenimiento se da también en mi oficio como cabeza visible de un grupo de indie-pop-rock. Ya no hay nada que quiera olvidar: yo también soy una roca; una roca que nadie arrojará a ninguna parte. Un momento, ¿qué carajo hago destripando mis letras? ¿Qué será del misterio? Nada, olviden eso».

EL ESTUDIO DE GRABACIÓN. «Estudié agricultura en un cortijo. Me habría encantado tener un caballo, aunque me dan pena todos los animales, incluidos los bípedos implumes. Los minerales son más silenciosos, y, por ordenados, algunos brillan. Adoro el silencio de los estudios de grabación. Son mis lugares favoritos. Y el olor de la electrónica. Los chips de silicio o de germanio, esas mierdas vintage… Grabar el disco en un cortijo me ha encantado. Ha sido como volver a aquellos días en que mi futuro parecía aún por decidir, cuando me hacía a la idea de hacer oposiciones para funcionario de la Junta de Andalucía. Nada ha pasado según lo planeado, salvo que el plan fuera una eterna transformación de todo en lo mismo: sigo pinchando las mariposas en sus alfileres y presentándolas a esa autoridad que se supone que es la gente (en las fugaces épocas de paz). Espero aprobar con nota, porque Carlos Díaz, el ingeniero que nos ha grabado el disco, sabe lo que hace. Si no siempre puedo volver para coger espárragos, muy ricos en la vega granadina».

LA VUELTA A MUSHROOM PILLOW. «Esto no lo había hecho nadie, salir y entrar. Solo por eso merecía la pena. Ser pionero en algo. En serio, la autoedición de Perspectiva caballera fue todo lo bien que podía esperarse, y la experiencia de la licencia con El Segell del disco anterior, El progreso, aún mejor. Eran maniobras que quería probar. Ahora toca volver donde están todos los discos de Sr. Chinarro, entre los que ya no veo tan claras las fronteras que antes ponía en El fuego amigo o en La primera ópera envasada al vacío. Me apetece reivindicarlos todos, y en ningún sitio mejor que donde pueden volver a trabajar esas grabaciones, además de esta nueva, Asunción. Nos conocemos y sabemos cómo podemos hacerlo: bien».

 

 

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